Somos el río que invocaste, Heráclito.
Somos el tiempo. Su intangible curso
acarrea leones y montañas,
llorado amor, ceniza del deleite,
insidiosa esperanza interminable,
vastos nombres de imperios que son polvo,
hexámetros del griego y del romano,
lóbrego un mar bajo el poder del alba,
el sueño, ese pregusto de la muerte,
las armas y el guerrero, monumentos,
las dos caras de Jano que se ignoran,
los laberintos de marfil que urden
las piezas de ajedrez en el tablero,
la roja mano de Macbeth que puede
ensangrentar los mares, la secreta
labor de los relojes en la sombra,
un incesante espejo que se mira
en otro espejo y nadie para verlos,
láminas en acero, letra gótica,
una barra de azufre en un armario,
pesadas campanadas del insomnio,
auroras, ponientes y crepúsculos,
ecos, resaca, arena, liquen, sueños.

Otra cosa no soy que esas imágenes
que baraja el azar y nombra el tedio.
Con ellas, aunque ciego y quebrantado,
he de labrar el verso incorruptible
y (es mi deber) salvarme.

Jorge Luis Borges, 1981

Que el hombre no sea indigno del Ángel
cuya espada lo guarda
desde que lo engendró aquel Amor
que mueve el sol y las estrellas
hasta el Último Día en que retumbe
el trueno en la trompeta.
Que no lo arrastre a rojos lupanares
ni a los palacios que erigió la soberbia
ni a las tabernas insensatas.
Que no se rebaje a la súplica
ni al oprobio del llanto
ni a la fabulosa esperanza
ni a las pequeñas magias del miedo
ni al simulacro del histrión;
el Otro lo mira.
Que recuerde que nunca estará solo.
En el público día o en la sombra
el incesante espero lo atestigua;
que no macule su cristal una lágrima.

Señor, que al cabo de mis días en la Tierra
yo no deshonre al Ángel.

Jorge Luis Borges, 1981

Dejan caer el libro, porque ya saben
que son las personas del libro.
(Lo serán de otro, el máximo,
pero eso qué puede importarles.)
Ahora son Paolo y Francesca,
no dos amigos que comparten
el sabor de una fábula.
Se miran con incrédula maravilla.
Las manos no se tocan.
Han descubierto el único tesoro;
han encontrado al otro.
No traicionan a Malatesta,
porque la traición requiere un tercero
y sólo existen ellos dos en el mundo.
Son Paolo y Francesca
y también la reina y su amante
y todos los amantes que han sido
desde aquel Adán y su Eva
en el pasto del Paraíso.
Un libro, un sueño les revela
que son formas de un sueño que fue soñado
en tierras de Bretaña.
Otro libro hará que los hombres,
sueños también, los sueñen.

Jorge Luis Borges, 1981

They let fall the book, when they see
that they are the ones in the book.
(They will be in another, greater,
but what can that matter to them.)
Now they are Paolo, Francesca,
not two friends who are sharing
the savour of a fable.
They gaze with incredulous wonder.
Their hands do not touch.
They’ve discovered the sole treasure;
They have found one another.
They betray no Malatesta,
since betrayal requires a third
and they are the only two on earth.
They are Paolo and Francesca
and the queen and her lover too
and all the lovers who’ve been
since Adam went with Eve
in the Paradise garden.
A book, a dream reveals
that they are forms in a dream once
dreamt in Brittany.
Another book will ensure that men,
dreams also, dream of them.

Jorge Luis Borges, 1981
Translation by A. S. Kline

Haber visto crecer a Buenos Aires, crecer y declinar.
Recordar el patio de tierra y la parra, el zaguán y el aljibe.
Haber heredado el inglés, haber interrogado elsajón. 
Profesar el amor del alemán y la nostalgia del latín.
Haber conversado en Palermo con un viejo asesino.
Agradecer el ajedrez  y el jazmín, los tigres y elhexámetro.
Leer a Macedonio Fernández con la voz que fue suya.
Conocer las ilustres incertidumbres que son la metafísica.
Haber honrado espadas y razonablemente querer la paz.
No ser codicioso de islas.
No haber salido de mi biblioteca.
Ser Alonso Quijano y no atreverme a ser don Quijote.
Haber enseñado lo que no sé a quienes sabránmás que yo.
Agradecer los dones de la luna y de Paul Verlaine.
Haber urdido algún endecasílabo.
Haber vuelto a contar antiguas historias.
Haber ordenado en el dialecto de nuestro tiempo las cinco o seismetáforas.
Haber eludido sobornos.
Ser ciudadano de Ginebra, de Montevideo, de Austin y (como todos loshombres) de Roma.
Ser devoto de Conrad.
Ser esa cosa que nadie puede definir: argentino.
Ser ciego.
Ninguna de esas cosas es rara y su conjunto me depara una fama que noacabo de comprender.

Jorge Luis Borges, 1981

The silent friendliness of the moon
(misquoting Virgil) accompanies you
since that one night or evening lost
in time now, on which your restless
eyes first deciphered her forever
in a garden or patio turned to dust.
Forever? I know someone, someday
will be able to tell you truthfully:
You’ll never see the bright moon again,
You’ve now achieved the unalterable
sum of moments granted you by fate.
Useless to open every window
in the world. Too late. You’ll not find her.

We live discovering and forgetting
that sweet familiarity of the night.
Take a long look. It might be the last.

Jorge Luis Borges, 1981
Translation by A. S. Kline

María Kodama lo descubrió. Pese a su autoridad y a sufirmeza, es curiosamente liviano. Quienes lo ven lo advierten; quieneslo advierten lo recuerdan.
    Lo miro. Siento que es una parte de aquel imperio,infinito en el tiempo, que erigió su muralla para construir unrecinto mágico.
    Lo miro. Pienso en aquel Chiang Tzu quesoñó que era una mariposa y que no sabía aldespertar si era un hombre que había soñado ser unamariposa o una mariposa que ahora soñaba ser un hombre.
    Lo miro. Pienso en el artesano que trabajó elbambú y lo dobló para que mi mano derecha pudiera calzarbien en el puño.
    No sé si vive aún o si ha muerto.
    No sé si es tahoista o budista o si interrogael libro de los sesenta y cuatro hexagramas.
    No nos veremos nunca.
    Está perdido entre novecientos treintamillones.
    Algo, sin embargo, nos ata.
    No es imposible que Alguien haya premeditado estevínculo.
    No es imposible que el universo necesita estevínculo.

Jorge Luis Borges, 1981