Guardaré la voz en los cajones,
sobre el sillón
dormiré los murmullos.
Con tu mano de lava
rugirá mi volcán
al abrirse la tierra en serpentinas.
Sé que saldrán insectos de los zócalos
investigando raíces del camino.
Profanarán los cantos libertarios
que hemos escrito al borde de la mesa.
Vendrán por nuestras pieles
buscando en los armarios, los mohínes.
Sellarán nuestras risas en pozos de cemento
ignorando el sabor que agita el juego
de andar en paralelo, haciéndole cosquillas a la infancia.

Silsh

Frida,
esa mujer que mira
por los agujeros de su vientre,
enroscando sus venas, cicatrices
donde aquietar su furia sobre lienzos,
la esclava de pasiones, de puñales
que retratada-atada
está
entre girasoles,
que escupe y carajea
ante injusticias
desde su cuna-cama-dura-quieta,
recortada en pedazos
su columna.
Frida, la de los clavos
clama,
retorcida cadera inmóvil
entre pájaros-pinceles,
revoluciona tiempos,
agitanda de amor
por su Rivera.

Silsh

“El verdadero desierto es el yo, no sólo porque nos encierra ennosotros mismos, y así nos condena a vivir con un fantasma, sinoporque marchita todo lo que toca»

Octavio Paz

Desde el envase oscuro-transparente
de esta colmena transmutada
puente-pared                 
                      disuelta-nervadura
mira-sin ver toca-sin piel
sometida a echar raíces
por ser tierra-ombú
de cara al esqueleto.

Tantos rostros
de soledad desierta
hablan por mí-conmigo-con las otras
mordaza entrecortada
                         distraídosuspiro
canción de cuna-madre de futuro incierto.

Omnipresente ligazón a su pasado
revoltosa en preludio se desnuca
deshilacha-deshoja cada noche
en su almohada prolífica
hasta ceñir costados de su hambre

devorada por todas las que he sido
soy y seré
                        ados pasos circulares de mí.