EL BASTÓN DE LACA

María Kodama lo descubrió. Pese a su autoridad y a sufirmeza, es curiosamente liviano. Quienes lo ven lo advierten; quieneslo advierten lo recuerdan.
    Lo miro. Siento que es una parte de aquel imperio,infinito en el tiempo, que erigió su muralla para construir unrecinto mágico.
    Lo miro. Pienso en aquel Chiang Tzu quesoñó que era una mariposa y que no sabía aldespertar si era un hombre que había soñado ser unamariposa o una mariposa que ahora soñaba ser un hombre.
    Lo miro. Pienso en el artesano que trabajó elbambú y lo dobló para que mi mano derecha pudiera calzarbien en el puño.
    No sé si vive aún o si ha muerto.
    No sé si es tahoista o budista o si interrogael libro de los sesenta y cuatro hexagramas.
    No nos veremos nunca.
    Está perdido entre novecientos treintamillones.
    Algo, sin embargo, nos ata.
    No es imposible que Alguien haya premeditado estevínculo.
    No es imposible que el universo necesita estevínculo.

Jorge Luis Borges, 1981

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *