-1-

Me sobrecoge en mí
en mi aliento.
Con los vestigios húmedos
de un encuentro
de un lado
el poniente de  tonalidades cobrizas.
Y de otro,
las sombras de los navíos,
que procurando en sus aguas
y en comunión íntima
con el crepúsculo,
la acarician, la penetran,
lánguidamente
en su pardo contorno.

-2-

Cuando la luz ya no impone
la simpleza de la realidad.
las cumbres se vuelven oscuras
y el terciopelo antes abundante y cerrado,
se difumina…
Allá se mezclan los pliegues de su manto
y los anhelos de mis sueños.
El recordado y inmortal
se confunde en su horizonte,
con la descarnada invención de un mañana.
Que fue y no lo es,
y desaparece….. En lo será.
Se contaminan sus matices
en  boca de miedos
devastados por la oscuridad
Privando del color al eterno
examinado siempre
por la tristeza de nuestros sueños
alejado de la hermosura de lo nuevo

Vuelve a clarear en gris,
 como el futuro incierto de los días no vividos,
Seduciendo  su cuerpo de doncella
con el agua de perpetuo amante
del cielo.

La noche llega, desde mi vista inmóvil.

-3-

 Se aproximan
las realidades de la luz
renombrándolas
según nuestros deseos.
Así se vuelve a ahuyentar
la cumbre, de la ladera
y el mar de mis pies.
  Y vuelvo a vivir…
fingiendo lo que no siento
y sintiendo lo que no soy…
En el colorido cambiante del mar,
esperando la aurora de la noche
y la comodidad de mis espíritus,
en esta tierra llena de magia
aullidos y sombras.
Encubierta entre el manto de su regazo
mirando su rostro como el de una mujer
la amo con embeleso.
Y acecho la noche..
Presenciando el sosiego de su esencia
en comunión con mi pasión
y disfrutando de su intensidad desbordante
lleno mi cuerpo…
Con sus sentidos que exceden mi alma
espero de nuevo a sus amantes
y el gozo eterno de lo imperecedero.

Dolores Garrido

Como buena mujer
de atavío sencillo y mundano,
me colma de  arranque y desvarío
cuando me escondo tras su regazo,
e imagino la locura de  sus curvas
encubiertas tras su  verde manto.

Ruboriza su semblante
en candor y realidades,
que viste de pureza y tonalidad
si se rinde en aliento a su amante.

Ofreciendo su cuerpo en espera
de mimos y besos caídos
que abracen su manto
con crestas de oro y plata
y brisas de otros tiempos.
Que recubran su cuerpo
 colmen su amor
 y codicien al firmamento.

Dolores Garrido