Desde este lugar
en donde soy testigo diario
del paso de la vida,
Te veo,
amante,
como el oasis en el que por fin pondré a descansar esta almaherida,
beber de tus besos y saciar esta sed que me aniquila.

Mas no me acerco.
no.
mas bien me aferro a esta celda segura
pues sé que al hacerlo nunca te alcanzo

No eres mas
Que un espejismo;
creado, no por ti amante,
sino por mi piel, mi soledad y mis miedos.

No te preocupes
amante,
jamás te culparía
¿cómo hacerlo?
Si no fuera por mí
no serías tan brillante.

Lucía Mendizábal R.

Son las dos de la mañana
y no hago más que pensar en ti.
Sé que más tarde voy a estar arrepentida,
que me voy a estar preguntando si
insistir en recordarte es sano,
si no estaré enferma por estar
hurgando profundo en esta llaga
que es tu ausencia.

Pero sé que si,
porque este dolor que pincha
como mil alfileres,
que arde en la piel,
es lo único que me recuerda
que estoy viva.

Lucía Mendizábal R.

En medio de mi cara están estos ojos
que te tienen cautivado.

Estos ojos, mis ojos,
me ayudan a pretender interés en tus aburridas historias.
 
Sé que en ellos te pierdes
y que cada vez que bato mis pestañas
crees que me derrito de amor por ti.

Lucía Mendizábal R.

Eres ausencia,
extraña mezcla de soledad y recuerdos,
de paz y tristeza.
Eres fuego que quema
y frío que paraliza la sangre
en mis venas.
El dulce sabor de tus besos
se aniquila con el vacío
de tus palabras.

Y en estas largas noches de invierno
eres una lágrima tibia
que ha rodado hasta mis labios.

Lucía Mendizábal R.

Esta mañana,
como tantas otras,
cuando desperté,
ahí estaba tu cuerpo,
al que me aferro cada noche
con la esperanza de llegar a tu alma.
 
Como todas las otras mañanas,
no me atreví a despertarte
porque así, desnudo,
con los ojos cerrados,
estás siempre más cercano a mí.

Lucía Mendizábal R.

Tú, polvo de estrellas,
has dejado tu luz en mi universo.

Tú, supernova,
iluminas mi cielo,
a pesar de tu ausencia

Lucía Mendizábal R.

Aún medio dormida
bajo del carro
y con decisión entro a la Terminal del aeropuerto.
Repaso en mi mente
la lista de las cosas que  traigo conmigo..
                  (Cuánto hubiera querido seguir durmiendo)
Maleta, laptop, pasaporte…
Y de pronto me ataca
me aturde…
Me invade
el olor de tantas lágrimas que han quedado suspendidas

Lucía Mendizábal R.