Los niños que jugaban con la luna
donde el sol se escondía por las mañanas
no se cansaban de patear calcetines rotos
transformaban los establos mal olientes
en burdeles holandeses
la neblina cubría sus rostros
pero detrás de ella
aparecían luciérnagas
que bajaban desde el olimpo
las ropas eran sucias
olían al pescado descompuesto
que quedaba en las faldas del mercado
pero para ellos eran ropas de sedas traídas de los mall
tenían mucho frío
como el que tú no haz sentido nunca
pero siempre fueron calderas
la comida escaseaba
se repartía día por medio
pero siempre de los verteros regresaban satisfechos
¿puedes creer
que no son niños tontos?…
son sólo sueños.
Sebastián Ramírez