Si pudiera llamarte desde la larga agonía
que produce el olvido. Desde el imposible
despertar de los días que caen como arena
movediza sobre la memoria y la añoranza.
Si pudiera nombrarte deletreando tu nombre
en medio de otros que me atosigan.
Quedarme con la sustancia que provoca el eco
de sus sílabas o contarlas con dedos apremiantes.
Si te enseñara esta larga y repetida fuente,
este surtidor arterial que dibuja mis caminos
sobre los tenaces músculos de mi existencia.
Este sístole y diástole machacón y costumbrista.
Si pudiera decirte…
Si pudiera nombrarte aunque solo fuera un momento.
Si estas heridas pudiera subastar en una oscura feria,
cualquier feria de las que me transitan a diario.
Allí donde los lastimados socavan su fortuna
vendiendo su contenido, hipotecando su continente.
Si este golpe que me di en un camino de mis caminos
tuviera una intención suicida… solamente un acto asesino,
donde la mirada es sangre e ira el suspiro.
Entonces sería cómplice de mi fin y tú lo verías.
Verías como dejo mi último aliento mirándote.
Dejaría la luz desesperada de mis ojos depositada
en los tuyos, como un cierre definitivo, como una mancha
que tendrías hasta el fin de un requiero.
Si pudiera decirte…
Si pudiera nombrarte aunque solo fuera un momento.
Tendría en mi piel la brújula perdida de mi norte.
Todas mis fronteras serían pasos abiertos
que tu alimentarías con el tránsito de tu cuerpo.
Recorrerían mi geografía nuevos climas y nuevas esperanzas.
Sentiría mi primavera llenarse de flores.
Sentiría mi verano de soles quemándome.
Sentiría mi otoño lleno de hojas y paisajes.
Sentiría mi invierno venir tranquilamente.
Si pudiera decirte…
…que mandaras tu nombre de golpe a mis labios
y allí se nombrara él solo, perpetuamente.
Jesús Hermida González