El lienzo vacío de un pintor
¿Cuál ilustración hay en su cerebro?
Será un dios redentor
O simplemente un viejo enebro.

La piedra del escultor, aún no es nada,
¿Pero, cual busto será luego?
Será un cuerpo de hembra barahúnda
O simplemente jugará con su ego.

Vibra el soneto entonces
Al ver que todo a muerto,
Querrá matar a lo Herodes
O pondrá «Fin» al cuento.

Jorge Leiro

Me buscas en la ambigüedad
De mis formas indolentes
Resultando ser en vano
Las reflexiones más concluyentes.

Otra vez besas el lodo
De mi pecho en su espesura
Sabiendo que esta noche
Va a resultar  más lúcida.

Me jode el superrealismo
Pero me atrapa de nuevo
Pretendiendo dar el espaldazo
Para no entrar en su juego

Como relacionar la acidez
De mi estomago cebado,
Con la cordura de mis piernas,
Y la nubilosidad de mi mente.

Conclusión difusa y torpe.
Pretendo ser más realista
Y surgen en entredicho
Emanaciones aún más difusas.

Jorge Leiro

Coexiste tu nombre en mi memoria
barroca de un mundo aún sucio,
enorgulleces mi ego siempre paria
que sucumbe entre quejas y vicio.

Observas con tus logrados atuendos
te escondes de soledades y amarguras,
sujeta a una casa sin cimientos
que se aferra a las causas más impuras.

Observo tus pupilas más que nunca
razono mis argumentos y estaré avizor,
que nada falte a mi muñeca
mientras mi valija no la descuiden en  la estación.

Jorge Leiro

Me cubriré de gloria,
Con la palabra
Como sacrificio lento:
De experiencias vividas.

Nacerá en el campo una estrella
Que preñe de luz el verde,
Que ilumine la inspiración que escapa
Como si pudiera contagiarle la sarna.

Gozo de sinceridad
Pero no puedo ser sensato,
Cabalgo a lomos de un pensamiento sucio,
Que tiende a morir frustrado.

Jorge Leiro

Me siento un botarate
Lleno de prejuicios sin solidez
Intento empezar por los cimientos
Y la casa se derrumba por los pies

Ya no hay nada dicho
En mi discurso malvendido
Mis palabras se las llevó el viento
Cuando no me soplan ni al oído

Ni intentándolo con fórceps
Extraerán de mi el desaguisado
Que acumulo  tras horas lacias
De paciencia, trabajo y tragos.

Jorge Leiro