No podré olvidarte
pequeña dama;
¡Ay! todo lo comparte
porque nos ama.

Con tu dulce mirada,
risas benditas;
mujer, roca salada
donde habitas:

Es vida verdadera:
realidad;
es gozo que libera
en la verdad.

No existen las sombras,
me dijiste un día:
luz de mis sombras,
mi alegría.

Como quieres a tu hija
Así te quiero
Cuando no te exija
llena granero.

Y en mis recuerdos
mientras que viva;
serán esos recuerdos
memoria activa.

Tu estado lo indica,
nunca estás caída;
madre que purifica
soplo de vida.

No, podré olvidarte
mujer de acero;
no podré olvidarte
porque te quiero.

José Pómez

Hierro dormido sobre corriente de agua
ayer por fabuloso habla con las doncellas,
charla con mastelero: que no rompe con viento.
Observa en la plaza molinete amado;
y reconoce rostro tan pronto se asoma.

Y cuando asomándose la centella queda
sobre las nubes siempre esos botones vida,
escapa todo dicho, despierta el cenit.
Sí, emiten los puentes la sombra de higuera;
palomita celeste qué llevas en tus alas.

Porque cuando te miro rezagada sonrisa
te espero en los días cansados y volcados,
el gigante es contigo, y es tu alimento.
Con un soplo corta brizna seca, inmóvil;
para darle de nuevo: ¡Ay! la vida eterna.

José Pómez

Un abrazo dice: ¡hecho!
con la presión de las manos
se comprimen los dos pechos
más pequeños más hermanos.

Oyendo mirlos amigos
y cantando enhorabuena
con poemas sin abrigos
se derriten alacenas.

Para que pomada breve
al contenedor de plata
la moral baja eleve
utilizaré la grata.

Con canarios y jilgueros
cubierto por cortinas
no cantan los mensajeros
ni con muchas medicinas.

Sube techo del dorado
vidas vividas allá;
y al raso estrellado
letra vive y vivirá.

José Pómez

¡Horizontes serenos la verdad que consuela!
Cuando aprenda contar gaviotas azules
con latidos dormidos en las ramas sin hojas,
vendrá bello momento, acunarás mi sueño
de color de la nube, compañera del alma.

No da color al agua necesidad perfecta
mujer de los consejos; más allá tú te encuentras,
detrás y no muy lejos permanece tu celo
diluyendo la niebla, sonsacando mi trama,
y del modo más fácil: encadenando versos;
cuando aprenda contar destellos luminosos
que desprenden tus ojos volveré a ser otro
reflejo de tu cara con mujer de mi cielo.

José Pómez

Amiga si estás hoy indecisa
como balanza seca imprecisa,
y tiembla viento con bella espuma
al observar las caras en la bruma.
Si no las esclareces con tu pluma;
desbarata al perverso con tu risa.

José Pómez