Nos perseguimos
para matarnos.
Esperamos el momento oportuno
para el golpe por sorpresa
la emboscada definitiva.
En la práctica esta guerra
se reduce a una larga
continua vigilancia. Lo peor son las noches
afilando cuchillos.

José Daniel Espejo

Conquisto los días.
Les disparo cigarros o poemas.
Los cerco paseando
por la orilla de un río eterno,
o al menos tan eterno y fugaz como cualquiera.
En casa, tras la cena,
la tele facilita el asalto final.
No es complicado. Entonces
se abren, se convierten en polvo
delante de mí.
Todas las mañanas empieza la batalla.
No hay bandera. No hay botín.
Apenas odio
costumbre
miedo
a ser un prisionero de guerra en las celdas del Tiempo

José Daniel Espejo

La mitad del corazón
la ocupan recuerdos sin imagen,
pequeños santuarios submarinos.
En la otra viven sin permiso
cosas como rayos de sol, mañanas
de color azul, libros polvorientos.
Digamos que no hay bandera,
sólo tiempo que llenar, tiempo
para mirar, y no otra cosa
espera la Resistencia.

José Daniel Espejo