No quiero para mi canto
lo frágil del cristal,
lo etéreo del vuelo.
Para mi canto quiero
la voz universal
El músculo alerta
total decisión,
búsqueda incansable,
verdad en cada razón.
Mi canto no se viste
con sedas ni gasas.
Mi canto lleva ropa de casa,
busca su espacio
nacido de un deseo,
mi deseo de cantar.
Mi canto no es ya mi canto,
mi propio canto singular,
mi canto es de todo
aquel que lo quiera entonar.
No quieran vestirlo entonces
con traje especial,
para que guste a todos,
a los tibios,
a los que miran y no están.
Mi canto tiene una hermosura especial,
es daga punzante, miel,
manantial.
Dame tu voz y canta
canta conmigo ahora
el canto de mi canto libre
mi canción de libertad.
Virgen de ñoñeses, pausas,
conveniencias,
suspiros y lugar.
Concepción de Quesada y Loynaz