Quiero pagar parte
de una deuda pendiente
a los caminos que me vieron
pasar por ellos corriendo
y sin apenas mirarlos.
Quiero aquí recordar
a los cientos de personas
que van poblando mi vida,
que me van haciendo rico
en experiencias y en engaños.
Quiero dejar de ser
el trovador solitario
que escribe para unos pocos
y poder lanzar mis rimas
a los cuatro vientos hermanos.
Quiero ser fuente y rocío
abrazo, sonrisa y guiño
y sobre todo para mis amigos
calor, olvido, brújula y abrigo
fuego de hoguera, luz de destino.
Quiero que sea mi risa
la risa franca de un niño
con un brillo especial en la mirada,
mirada siempre de esperanza
capaz de infundir cariño.
Quiero seguir de la vida enamorado
y poder vender mis fantasías
o al menos ser capaz de compartirlas
con todos los que en los malos tragos
me tienden siempre la mano.
Quiero poder construir
para todos días distintos
llenos de colores no inventados
aportando mis torpes pinceladas
sobre lienzos todavía blancos.
Quiero seguir disfrutando
las historias de los viejos
que se sientan escuchados
y recordar lo que dicen
para siempre poder contarlo.
Quiero ser inventor de un mundo nuevo
donde de nada nos falte
desde las canciones de Silvio
pobladas de unicornios
hasta los despechos de mis amantes.
Quiero que todo el mundo ame
que exista el amor por decreto
y que quien no lo siga, falte
y que en quien él no crea
sea por él declarado culpable.
Quiero que las lagrimas se tornen dulces
y los suspiros carcajadas
que de todos se sacie el hambre
de cada uno la suya
y que de ellas todos se harten.
Quiero en fin seguir
la senda que otros abrieron
seguir su rastro en los vientos
y así poder escribir
kilómetros de pensamientos.
Fernando García Aleixandre