Las floridas espaldas ya en la nieve,
y los cabellos de marfil al viento.
Agua muerta en la sien, el pensamiento
color halo de luna cuando llueve.

¡Oh qué clamor bajo del seno breve;
qué palma al aire el solitario aliento,
qué témpano cogido al firmamento,
el pie descalzo, que a morir se atreve!

¡Brazos de mar, en cruz, sobre la helada
bandeja de la noche; senos fríos,
de donde surte, yerta, la alborada;

oh piernas como dos celestes ríos,
Malva-luna-de-yelo, amortajada
bajo las mares de los ojos míos!

Rafael Alberti, 1924

              1

        (MUERTE)

  A un niño, a un solo niño que iba para piedranocturna,
para ángel indiferente de una escala sin cielo…
Mirad. Conteneos la sangre, los ojos.
A sus pies, él mismo, sin vida.
  No aliento de farol moribundo,
ni jadeada amarillez de noche agonizante,
sino dos fósforos fijos de pesadilla eléctrica,
clavados sobre su tierra en polvo, juzgándola.
Él, resplandor sin salida, lividez sin escape, yacente,
juzgándose.

                2

        (JUICIO)

  Tizo electrocutado, infancia mía de ceniza, a mispies, tizo yacente.
Carbunclo hueco, negro, desprendido de un ángel que iba parapiedra nocturna,
para límite entre la muerte y la nada.
Tú: yo: niño.
  Bambolea el viento un vientre de gritos anteriores almundo
a la sorpresa de la luz en los ojos de los reciennacidos,
al descenso de la vía láctea a las gargantas terrestres.
Niño.
  Una cuna de llamas de norte a sur,
de frialdad de tiza amortajada en los yelos,
a fiebre de paloma agonizando en el área de una bujía;
una cuna de llamas meciéndote las sonrisas, los llantos.
Niño.
  Las primeras palabras abiertas en las penumbras de lossueños sin nadie,
en el silencio rizado de las albercas o en el eco de los jardines,
devoradas por el mar y ocultas hoy en un hoyo sin viento.
Muertas, como el estreno de tus pies en el cansancio frío deuna escalera.
Niño.
Las flores, sin piernas para huir de los aires crueles,
de su espoleo continuo al corazón volante de las nieves y lospájaros,
desangradas en un aburrimiento de cartillas y pizarrines.
4 y 4 son 18. Y la X, una K, una H, una J.
Niño.
En un trastorno de ciudades marítimas sin escrúpulos,
de mapas confundidos y desiertos barajados,
atended a unos ojos que preguntan por los afluentes del cielo,
a una memoria extraviada entre nombres y fechas.
Niño.
Perdido entre ecuaciones, triángulos, fórmulas y precipitadosazules,
entre el suceso de la sangre, los escombros y las coronas caídas,
cuando los cazadores de oro y el asalto a la banca,
en el rubor tardío de las azoteas
voces de ángeles te anunciaron la botadura y pérdidade tu alma.
Niño.
Y como descendiste al fondo de las mareas,
a las urnas donde el azogue, el plomo y el hierro pretenden ser humanos,
tener honores de vida,
a la deriva de la noche tu traje fue dejándote solo.
Niño.
Desnudo, sin los billetes de inocencia fugados en sus bolsillos,
derribada en tu corazón y sola su primera silla,
no creíste ni en Venus, que nacía en el compásabierto de tus brazos.
ni en la escala de plumas que tiende el sueño de Jacob al deJulio Verne.
Niño.
Para ir al infierno no hace falta cambiar de sitio ni postura.

Rafael Alberti

   Por las calles, ¿quién aquél?
¡El tonto de Rafael!
   Tonto llovido del cielo,
del limbo, sin un ochavo.
Mal pollito colipavo,
sin plumas, digo, sin pelo.
¡Pío-pic!, pica, y al vuelo
todos le pican a él.
   ¿Quién aquél?
¡El tonto de Rafael!
   Tan campante, sin carrera,
no imperial, sí tomatero,
grillo tomatero, pero
sin tomate en la grillera.
Canario de la fresquera,
no de alcoba o mirabel.
   ¿Quién aquél?
¡El tonto de Rafael!
   Tontaina tonto del higo,
rodando por las esquinas
bolas, bolindres, pamplinas
y pimientos que no digo.
Mas nunca falta un amigo
que le mendigue un clavel.
   ¿Quién aquél?
¡El tonto de Rafael!
   Patos con gafas, en fila,
lo raptarán tontamente
en la berlina inconsciente
de San Jinojito el lila.
¿Qué runrún, qué retahíla
sube el cretino eco fiel?
   ¡Oh, oh, pero si es aquél
el tonto de Rafael!

Rafael Alberti

Rosa de Alberti allá en el rodapié
del mirador del cielo se entreabría,
pulsadora del aire y prima mía,
al cuello un lazo blanco de moaré.

El barandal del arpa, desde el pie
hasta el bucle en la nieve, la cubría.
Enredando sus cuerdas, verdecía,
alga en hilos, la mano que se fue.

Llena de suavidades y carmines,
fanal de ensueño, vaga y voladora,
voló hacia los más altos miradores.

¡Miradla querubín de querubines,
del vergel de los aires pulsadora.
Pensativa de Alberti entre las flores!

Rafael Alberti, 1924

   Buscad, buscadlos:
en el insomnio de las cañerías olvidadas,
en los cauces interrumpidos por el silencio de las basuras.
No lejos de los charcos incapaces de guardar una nube,
unos ojos perdidos,
una sortija rota
o una estrella pisoteada.
   Porque yo los he visto:
en esos escombros momentáneos que aparecen en las neblinas.
Porque yo los he tocado:
en el destierro de un ladrillo difunto,
venido a la nada desde una torre o un carro.
Nunca más allá de las chimeneas que se derrumban,
ni de esas hojas tenaces que se estampan en los zapatos.
   En todo esto.
Más en esas astillas vagabundas que se consumen sin fuego,
en esas ausencias hundidas que sufren los muebles desvencijados,
no a mucha distancia de los nombres y signos que se enfríanen las paredes.
   Buscad, buscadlos:
debajo de la gota de cera que sepulta la palabra de un libro
o la firma de uno de esos rincones de cartas
que trae rodando el polvo.
Cerca del casco perdido de una botella,
de una suela extraviada en la nieve,
de una navaja de afeitar abandonada al borde de un precipicio.

Rafael Alberti

   —Bien puedes amarme aquí,
que la luna yo encendí,
tú, por ti, sí, tú, por ti.
   —Sí, por mí.
   —Bien puedes besarme aquí,
faro, farol farolera,
la más álgida que vi.
   —Bueno, sí.
   —Bien puedes matarme aquí,
gélida novia lunera
del faro farolerí.
   —Ten. ¿Te di?

Rafael Alberti

… antes de tiempo y casi en flor cortada.

G.DE LA V.

Hubierais visto llorar a las yedras cuando el agua más tristese pasó toda una noche velando a un yelmo ya sin alma,
a un yelmo moribundo sobre una rosa nacida en el vaho que duerme losespejos de los castillos
a esa hora en que los nardos más secos se acuerdan de su vidaal ver que las violetas difuntas abandonan sus cajas
y los laúdes se ahogan por arrollarse a sí mismos.
Es verdad que los fosos inventaron el sueño y los fantasmas.
Yo no sé lo que mira en las almenas esa inmóvil armarnaduravacía.
¿Cómo hay luces que decretan tan pronto la agoníade las espadas
si piensan en que un lirio es vigilado por hojas que duran mucho mástiempo?
Vivir poco y llorando es el sino de la nieve que equivoca su ruta.
En el sur siempre es cortada casi en flor el ave fría.

  Alguien barre
y canta
y barre
(zuecos en la madrugada).
  Alguien
dispara las puertas.
¡Qué miedo,
madre!
  (¡Ay, los que en andas del viento,
en un velero a estas horas
vayan arando los mares!)
  Alguien barre
y canta
y barre.
  Algún caballo, alejándose,
imprime su pie en el eco
de la calle.
¡Qué miedo,
madre!
  ¡Si alguien llamara a la puerta!
¡Si se apareciera padre
con su túnica talar
chorreando!…
¡Qué horror,
madre!
     Alguien barre
                y canta
                      y barre.

Rafael Alberti

 Pirata de mar y cielo,
si no fui ya, lo seré.

Si no robé la aurora de los mares,
si no la robé,
ya la robaré.

Pirata de cielo y mar,
sobre un cazatorpederos,
con seis fuertes marineros,
alternos, de tres en tres.

Si no robé la aurora de los cielos,
si no la robé,
ya la robaré.

Rafael Alberti, 1924