Recorres
otoños de hojas livianas
por el viento que impulsas.
Llano es el camino ahora de la venda desvanecida:
Manos de amor quebradas
donde yago,
febril por tatuar tu nuca.
Mirada negra, quieta,
erosionada de letras indolentes,
de palabras azules,
versos enamorados y rondadores.
Cuello tibio del que liba
el morbo sediento que secó tus ojos
y blandió tu espada ansiosa
por morir de amor
y por herir de amor.
Así es el que acaso elude
al alma que se derrama y se desgarra
cuando duerme en una bajamar
que no fue la suya.
Brama y muere
vive y calla.
Andrés Vallejo Piñas