A cada acto,
una respuesta.
A cada instante,
un recuerdo perpetuo.

Todo lo que motiva la vida, tiene ritmo:
El pulso,
las palabras,
las carcajadas,
los gemidos…

Y cielo,
oscilamos al compás
de la melodía muda
que no puedo dejar
de silbar
con mi sonrisa.

F. Javier Gil Segura

un pasado
pantanoso,

oda
a un presente
aberrante,

a un futuro,
que ya no es lo que era.

Oda a
todos esos poemas no escritos,
pues tenían
más sentido en
mi cabeza
que en el papel.

Oda
a todas esas mujeres
anónimas
historias de amor que no tuvieron un comienzo,
historias de amor
que así,
nunca tendrán final.

No encontraré un asidero,
me dejaré arrastrar por la resaca
de este
mar de güisqui,
hacia lo profundo.

F. Javier Gil Segura

Mereció la pena llorar
por extraer su sal
y pender del techo
cada gota,
talismán,
recuerdo.

Te rebelas,
osada de
apostar por el
valor a la baja,
incluso yo
habría dicho que
tenías más que perder
que ganar.

Hicieron falta
menos de diez días,
mil pros
y contras,
más de veinte copas,
para detener el tiempo.

Y decirte:
mereció la pena
caer a tu encuentro
frágil, pero
entero,
y compartir
los sueños infinitos,
mezclados con
los fantasmas del pasado,

Te rebelas
temerosa,
con la excitación de
la posibilidad.
Te rebelas
con besos dispersos,
con la emoción en la
piel,
tersa y abrupta.
Te rebelas por el corazón.

F. Javier Gil Segura

A veces te quiere,
a veces te ignora.

A veces la quieres,
a veces la odias.

Un día tienes amigos,
y a la hora, desconocidos.

Un día te intenta besar un marica,
y otro, te parte la cara un moderno.

A veces me quiero,
casi siempre
me odio.

Es el caos diario
tirando de mí,
de un lado y del opuesto,
tratando de ganarse mi favor.
Dos fuerzas
contrarias, que solo así
pueden existir.
Dos fuerzas,
como la vida y la muerte.
Muerte,
que tan próxima
estos días siento…

F. Javier Gil Segura

Anteayer me despedí
de mi mentor.
Tengo veinte años
y me han partido la cara
y el corazón.

He visto el amanecer
frente al río Mersey,
te he visto reír
gemir y llorar.
He visto amanecer
contigo.

Me he perdido
y he visto lugares
mágicos.
Me perdí en los cuellos
y bocas frías.
He echo el amor
con palabras,
me han follado miradas,
y princesitas
de las que nunca se pierden.

Me han amado mujeres
sin corazón.
Y aún espero.
Ahora
contigo.

F. Javier Gil Segura

Adiós, Manuel.
Adiós al avión con turbulencias,
adiós acompañante del paje real,
a las tardes de verano de casa
al campo de golf,
y del campo de golf, a la gasolinera.
Fuiste un padre cuando no tuve otro.

Adiós a las visitas en la ciudad condal,
adiós a intentar sacarte regalos,
a finales de tenis, anónimas,
que de tu titubeante mano
tenían gracia.
Adiós a interminables y tortuosas
deambulaciones al mar.

Cómo temblabas
maldito.
Cuánto maldecías
incluso a tu propia sombra.
En especial
a tu propia sombra.
Que admirable humor…
Para todos habrás sido un chulo
pero conmigo has sido lo mejor
que podías ser,
lo mejor que han sido.

Adiós abuelo.
Prometo un trago,
a tu salud.

F. Javier Gil Segura

Vamos a crear y prender
el campo de los desidios.

Vamos a ver en el humo
las formas que creímos imposibles,
imperceptibles
inhalemos el aroma de la verdad.

Saltemos como águilas
sobre la cabeza de tu mentira.
Yo te creo,
y creímos ser invencibles,
nunca
llegaremos a serlo.

Así veremos el amanecer de un orden
superior al concepto,
que nuestro corazón guarda
desde ese primer aliento.
La idea, de que tú más yo
lo somos todo,
de que tú más yo
nunca
nos perderemos del todo.

F. Javier Gil Segura

Clama al cielo
por un cigarrillo.
Una bocanada de muerte
a largo plazo.

Sus manos,
ensangrentadas tras
una larga noche
de contienda físico-emocional,
protegen sus magullados pies
del contacto con el suelo
impasible.

Ladran las sombras a
oídos delicados,
y estos lloran
gestos de desesperanza.

Hoy,
el amanecer trae de vuelta
gastadas sensaciones,
y nuevas formas de sentir
que el nuevo día
amanece puro.

Sin embargo,
la pulcritud cristalizada
es frágil y perecedera,
y creo poder oír
el rumor del río
viniendo hacia mí,
deseoso de arrastrarme
a las aguas más turbias
y viciadas
de mi mente.

F. Javier Gil Segura

No puedo rajar
la bóveda que nos
cubre
al paso
de las estaciones.

Ni por ti,
ni por mí.

Puedo crear
vías
y contigo
instantes
perpetuos.

Enraizado
en un cenagal,
beso con mis pestañas
tu ombligo,
tornándolo
bello prado.

Veo en tus ojos
el candor de
la niñez,
la madurez
que muchos se
suponen,
la alegría
de vivir.

Compartimos
el cálido abrazo
de la complicidad.

Y con la mejilla
en el raso,
tu mirada y la mía
enfrentadas
claman amor.
Asumiendo
nuestro papel,
unidos
en nuestra causa,
Al amparo de la bóveda.

F. Javier Gil Segura

Saltamos a través del espejo
para luchar
con escudo y espada
contra lo que somos
y lo que no.
Contra lo que fuimos
y no seremos.

Es la incesable lucha
contra los demonios
de nuestro corazón.

Es la guerra
por lo que ansiamos ser.
La cruzada
más sangrienta y noble,
que nos consolidará
como dignos regentes
de nuestras vidas.

F. Javier Gil Segura