Mereció la pena llorar
por extraer su sal
y pender del techo
cada gota,
talismán,
recuerdo.
Te rebelas,
osada de
apostar por el
valor a la baja,
incluso yo
habría dicho que
tenías más que perder
que ganar.
Hicieron falta
menos de diez días,
mil pros
y contras,
más de veinte copas,
para detener el tiempo.
Y decirte:
mereció la pena
caer a tu encuentro
frágil, pero
entero,
y compartir
los sueños infinitos,
mezclados con
los fantasmas del pasado,
Te rebelas
temerosa,
con la excitación de
la posibilidad.
Te rebelas
con besos dispersos,
con la emoción en la
piel,
tersa y abrupta.
Te rebelas por el corazón.
F. Javier Gil Segura
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