I

Buscando en la inquietud de los viajes
consuelo a este dolor que me domina
crucé ciudades y admiré paisajes
en un vuelo fugaz de golondrina.

Y sus ojos oscuros y febriles,
siempre a mi lado, contemplaron fieles
mis nostalgias en los ferrocarriles
y mis noches de insomnio en los hoteles.

Siempre en mis ojos con amor clavados
me hablaban de otros mundos ignorados
dando a las cosas su melancolía….

La tierra fue como una tumba abierta
y, ¡cómo no!, si el alma la vela
a través de los ojos de una muerta.


Francisco Villaespesa