Se me quedó en lo hondo
una visión tan clara,
que tengo que entornar los ojos cuando
intento recordarla.

A un lado, hay un calvero de solares
en frente, están las casas alineadas
porque esperan que de un momento a otro
la Primavera pasará.

                                Las sábanas,
aún goteantes, penden
de todas las ventanas,
el viento juega con el sol en ellas
y ellas ríen del juego y de la gracia.

Y hay las niñas bonitas
que se peinan al aire 1ibre.

                                          Cantan
los chicos de una escuela la lección.
Las once dan.

                    Por el arroyo pasa
un viejo cojitranco
que empuja su carrito de naranjas.

Dámaso Alonso, 1921

Desnudas han caído
las once campanadas.

Picotean la sombra de los árboles
las gallinas pintadas
y un enjambre de abejas
va rezumbando encima.

                                       La mañana
ha roto su collar desde la torre.

En los troncos, se rascan las cigarras.

Por detrás de la verja del jardín,
resbala,
        quieta,
               tu sombrilla blanca.

Dámaso Alonso, 1921

Gota pequeña, mi dolor.
La tiré al mar.
                           Al hondo mar.
Luego me dije: ¡A tu sabor
ya puedes navegar!

Más me perdió la poca fe…
                                                  La poca fe
de mi cantar.
Entre onda y cielo naufragué.

Y era un dolor inmenso el mar.

Dámaso Alonso, 1921