Los ojos amatistas del Atlántico,
nevados en la masa marina
me trajeron a tu tierra mapal.
Yo tengo trozos de nubes
y quiebro mil veces
los vasos sigilosos del olvido.

Tengo por caminar las hortalizas,
las viejas zanahorias del alma,
el pueblo de chocolate
que habitan mis títeres de yeso.

Surjo de las yerbas negras
y retorno a la losa de las rocas,
me esculpe la tierra
un pedazo de tierra
para humedecer las manos
en las olas del aire.

Cristián Basso

No quiero el ruido
               en las aceitunas del agua.

Crepitan celestes hojas de plenilunio.
¡El agua!
                              ¡Sólo el agua!

Cayendo como miasma
en la cara del mundo.

Cristián Basso

Los cabellos despedazan el agua.
El perfil del barro en las ramas.
La luz sinuosa del frío.

Y yo,

en la sentencia brutal del mediodía.

Cristián Basso