Acaso está lloviendo también en tu ventana;
Acaso esté lloviendo calladamente, así.
Y mientras anochece de pronto la mañana,
yo sé que, aunque no quieras, vas a pensar en mí.

Y tendrá un sobresalto tu corazón tranquilo,
sintiendo que despierta tu ternura de ayer.
Y, si estabas cosiendo, se hará un nudo en el hilo,
y aún lloverá en tus ojos, al dejar de llover.

José Ángel Buesa

                I

Desde este mismo instante seremos dos extraños
por estos pocos días, quién sabe cuántosaños…
Yo seré en tu recuerdo como un libro prohibido,
uno de esos que nadie confiesa haber leído.
Y así mañana, al vernos en la calle, al ocaso,
tu bajarás los ojos y apretarás el paso,
y yo, discretamente, me cambiaré de acera,
o encenderé un cigarro, como si no te viera…

                II

Seremos dos extraños desde este mismo instante
y pasarán los meses, y tendrás otro amante:
Y como eres bonita, sentimental y fiel,
quizás, andando el tiempo, te casarás con él.
Y ya, más que un esposo será como un amigo,
aunque nunca le cuentes que has soñado conmigo,
y aunque, tras tu sonrisa, de mujer satisfecha,
se te empañen los ojos, al llegar una fecha.

                III

Acaso, cuando llueva, recordarás un día
en que estuvimos juntos y en que también llovía.
Y quizás no te pongas nunca más aquel traje
de terciopelo verde, con adornos de encaje.
O harás un gesto mío, tal vez sin darte cuenta,
cuando dobles la almohada con mano soñolienta.
Y domingo a domingo, cuando vayas a Misa,
de tu casa a la Iglesia, perderás tu sonrisa.

                IV

¿Qué más puedo decirte? Serás la esposahonesta
que abanica al marido cuando ronca su siesta:
Tras fregar los platos y de tender las camas,
te pasarás las noches sacando crucigramas…
Y así, años y años, hasta que, finalmente,
te morirás un día, como toda la gente.
Y voces que aún no existen sollozarán tu nombre,
y cerrarán tus ojos los hijos de otro hombre.

                V

Y no me importa quién pase después por un sendero,
si me queda el orgullo de haber sido el primero.
Y el vaso que embriagara mi ilusión y mi hastío,
aunque esté en otra mano seguirá siendo mío.
Por eso puedes irte mi pobre soñadora,
pues si el reloj se para no detiene la hora,
y tú serás la misma de las noches aquellas
aunque cierres los ojos por no ver las estrellas.

José Ángel Buesa

Ya no sé bien el sitio ni la hora,
ni por qué fuiste mía, ni por qué te perdí.
Sé que llovía como llueve ahora,
aunque ahora es más triste porque llueve sin ti.

Y sé que, de repente, cayeron dos diamantes
sobre tus zapaticos de charol…
Y era dulce aquel llanto de tus ojos radiantes,
como esos mediodías en que llueve con sol.

José Ángel Buesa

Te sentí, como el viento, cuando pasabas ya;
como el viento, que ignora si llega o si se va…
Fuiste como una fuente que brotó junto a mí.
Y yo, naturalmente, sentí sed y bebí.

Llegaste como el viento, náufraga del azar,
con tus ojos alegres entristeciendo el mar.
Y, para que la tarde pudiera anochecer,
te fuiste como el viento, que no sabe volver.

José Ángel Buesa