Mañana llegará nuestro descanso;
no ceses de latir, corazón mío;
mañana será el mar, será el remanso
en que mi afán se tienda como un río.

Mañana será el pan de nuestra hambre,
mañana a nuestra luz huirá el ocaso,
no existirá mañana esta cochambre
de la tierra, que enloda nuestro paso.

Hoy sentimos el peso de lo triste,
corazón, sobre el hombro balbuciente,
sobre el hombro infantil que se resiste
a llevarle a la vida la corriente.

Hoy nos muerden las víboras, nos ciegan
tenebrosos murciélagos, nos chillan
mal agüero los búhos que segregan
presagios ciertos que en la noche brillan.

Muchos ojos atónitos nos gritan,
con órbitas de pánico, en las venas;
mil manos erizadas nos crepitan
debajo de lo que es conciencia apenas.

Pero todo es un día; y el descanso
ya viene del mañana sin desvío:
Mañana será el mar, será el remanso
en que mi afán se tienda como un río.

Jesús Tomé