Debe de estar lloviendo en Regent´s Park
Y una suave neblina hará que se extravíe
la hierba en el perfil del horizonte,
los robles a lo lejos, las flores, los arriates.
Pausada, compasiva, descenderá la lluvia
hoy sobre el corazón de la ciudad,
su angustia, su estruendo,
sobre el mínimo infierno inabarcable
de cada pobre diablo.
Igual que aquella tarde en la que fui feliz,
igual que aquella lluvia
que me purificó, caritativa.
En las horas peores,
cuando el desierto avanza,
y no hay robles, ni hay hierba, cuando pienso
que no saldré jamás del laberinto,
y siento el alma sucia,
y el cuerpo, que se arrastra,
cobarde, entre la biografía,
la lluvia, en el recuerdo, me limpia, me acaricia,
me vuelve a hacer aún digno,
aún merecedor
de algún día de gloria de la vida.
La amable, la misericordiosa,
la dulce lluvia inglesa.


Carlos Marzal

Quiero tu sangre joven, que es querer
todo lo que la vida aún no ha podido hacerte.
De lo que me alimento
es de esa inútil sangre esperanzada,
de cuanto sé que ignoras hasta hoy,
y que más nos valdría que no supieses nunca.
De esa manera, por obra de tu sangre,
creo en lo que no creo, y olvido lo que sé
que te ha de suceder. Quiero esa risa
que aún no ha tenido tiempo de hacerse prudente,
de pensarse dos veces si reír
es celebrar el mundo o lamentar su estado.
Envidio el que no hayas vendido
ninguna alma al diablo, y que bailes con él
a la luz de la luna, a veces, sin conciencia.
Juego contigo, porque no sabes las reglas,
ni siquiera las de tu propio juego,
y mientras las aprendes
soy el que ya no soy desde ya no sé cuándo.
Quiero la impunidad con que te entregas
a la tarea de vivir la vida,
sin paz, sin horizonte, sin infierno,
que son el argumento de las vidas ajenas.
Viéndote hacerlo, se diría
que desconozco todo lo que conozco.

Así es tu sangre.
                                 Ya sabes lo que busco.
Qué tristeza que el tiempo, o yo, o tú misma
tengamos que matar, en ti, toda tu sangre.


Carlos Marzal

Amo il tuo sangue giovane, io amo
tutto quel che la vita ancora non ti ha fatto.
Di ciò di cui mi nutro
è di quel vano sangue speranzoso,
di quanto so che fino ad oggi ignori,
e che sarebbe meglio tu non sapessi mai.
In questo modo, per mano del tuo sangue,
credo in ciò in cui non credo, e scordo ciò che so
che ti accadrà. Amo quella risata
che non ha avuto tempo di diventar più cauta,
di pensare attentamente se ridere
è celebrare il mondo o piangerne lo stato.
Ti invidio perché non hai venduto
nessun’anima al diavolo, e perché con lui balli
al chiaror della luna, a volte, incosciente.
Gioco con te, perché non sai le regole,
tanto meno quelle del tuo stesso gioco,
e intanto che le apprendi
sono chi non sono più da non so più quando.
Amo l’impunità con cui ti dedichi
al compito di vivere la vita,
senza pace, né inferno, né orizzonte,
che sono l’argomento di vite differenti.
Vedendoti farlo, si direbbe
che disconosco tutto ciò che conosco.
Questo è il tuo sangue.
Già sai quello che cerco.
Che tristezza che il tempo, o io, o tu stessa
dobbiamo eliminare, in te, tutto il tuo sangue.


Carlos Marzal
Traduzzione: Assunta Oliva