Me han llamado
el mal nacido de todas las madres,
el ateo que corre por fuera de las iglesias,
uno de los más canallas en el corazón
limpio y claro de mis damas,
el estiércol vivo que danza por las calles,
la melodía salvaje de las flores,
el patrón de la soledad y la amargura,
el patán perezoso de nuestra querida sociedad,
aquél que ni siquiera un capital puede producir.
De tantas formas me han llamado
que casi termina en mi olvido.
Yo sólo reconozco mi irreverencia
ante el ruido feroz de la modernidad,
mi aliento de huracán enfurecido,
la capa fresca de mi corazón,
mis ojos como dos fogatas ardiendo,
mi cuerpo que no tiene dueña.
Soy un irrespetuoso de las campanas del Domingo,
indiferente a las reuniones de los señores,
militante del viento y la marea,
soñador de la mesa para todos.
Qué nuevo puedo anunciarles!
ustedes me llaman de tantas formas,
el mal nacido de todas las madres!
Yo sólo digo que soy Santiago Azar,
el pez inquieto que está haciendo temblar
la inmensidad del océano
con todos sus marineros y habitantes.

Santiago Azar

Prometo ir a misa todos los Domingos,
no lanzar eructos cuando almorcemos,
no reírme de mamá ni de papá,
usar la corbata hasta el tope,
peinarme cada diez minutos buscando el orden.
Prometo ser un abogado, honesto y eficaz,
no orinar en la calle, pues es bestial.
Ahora creeré en todos los santos de mi patria!
Educaré a mis hijos en las monjas,
me acostaré a medianoche, ya que es buena hora,
le haré reverencias a los policías,
me encantará hacer las filas de los bancos,
hablar de moda en las reuniones,
no diré garabatos a los mayores,
tomaré a la poesía como pasatiempo,
no como digno oficio;
leeré menos pues enturbia la mente.
Seré sincero en mis confesiones con el cura,
usaré los zapatos lustrados y brillosos.
Adiós a escupir en la calle! (es ordinario).
Tampoco me dejaré barba, dijeron que parecía torpe.
Dejaré la bebida como un vicio terminal.
No miraré las puestas de sol, ya que es sentimental.
Iré a las fiestas de campo,
casamientos, bautizos, velorios.
Desde ahora y hasta siempre mis promesas:
Seré un chico bueno si es que me lo piden.
El santo poeta ahora aparece.

Santiago Azar

Soy poeta, ave de rapiña de todos los sentimientos,
fruta fresca de los árboles nuevos
corazón enterrado en la tierra,
el escolar preferido de la vida,
el golpe a la puerta cerrada
con el pan y cena de todos los años.
Soy una noche tan larga como la muerte,
una guitarra sonora y sencilla,
la herradura y el rastro de toda una historia.
Soy parte hombre, parte universo;
ojos con fuego de estrella
y boca viajera como perfecto cometa.
Desde aquí me presentaré a ustedes;
soy poeta, discípulo de cada mano abierta,
sueño despertando con el bostezo de la madrugada
y un alimento recién cocido que
destapa la mesa pobre de los hambrientos.

Santiago Azar

He aquí todo lo que soy y seré por siempre:
No me creerás si te digo que soy un ladrón;
amigo, tengo tanto regalos como una ronda de niños,
un trozo de levadura para envolver el alimento.
Sucede que mi nombre ha sido escrito para
tomar por asalto todos los lugares donde crece la flor.
En mi mano están las líneas de la suerte de
los otoños y las primaveras de cada continente.
Mi boca es la verdadera llama furiosa que
termina con las ropas sucias de la hipocresía.
El cielo tiene en mí la cura para sus tormentas;
la tierra ha encontrado a su hijo y lo levanta
como a una preciosa bandera.
Si te digo que el amor está en la gota de un río,
tendrás que creerme, pues es allí donde las arenas
terminarán besándose como dos jóvenes amantes.
En estas palabras, señores, que hoy les digo,
deposito las monedas de la riqueza del alma,
rosas finas y descanso para cada madre; señores,
pido dignidad y decencia para la prostituta,
oído y paciencia para los borrachos de los bares nocturnos;
porque si te digo que desde ahora cruje la ceniza
y vuelve a calentar la brasa del amor,
tendrás que creerme y estirar tus manos
para tocar el sueño del que te he hablado.

Santiago Azar

Otra vez la lágrima,
de pie a cabeza me recorre la nostalgia,
de las rosas doradas de nuestros ojos.
Mis queridos compañeros,
les pido que junten cien pesos
en cada mano y levantemos dos cervezas,
así un brindis de espuma y calor,
desfilará como primavera entre los sueños.
Volverán nuestras risas de tarde en tarde,
los juegos y el caballo de bronce en el polvo;
las historias jamás terminadas.
Yo me traje de todos un poco,
el tren desde Santiago venía despacio
y no alcanzó a devorarse los recuerdos.
Me traje tus camisas, Edgardo,
tus botas que gritaban, Diego,
tus páginas y revistas, Oscar;
me traje toda una vida revuelta,
porque éramos tantos y sólo uno.
Fueron muchas las noches de sueños con versos perfectos,
muertos que volvían de sus tumbas a saludarnos,
porque la poesía nos conocía y nos besaba.
Nosotros éramos un poema que quedó inconcluso.
Volverán las cosas, las risas, los llantos,
tras los años en una lejana puerta,
ese dichoso abrazo de fuego;
un amigo en la distancia:  un lucero.
Tras los años, en alguna puerta lejana,
la propia juventud tras nuestras canas;
tras los años en alguna casa lejana,
con cien pesos en la mano y
el eterno brindis de seis muchachos
entre espuma, calor y sueños.

Santiago Azar

Otro, otro cigarrillo
para esta cruda noche de tumbas;
otro cigarrillo, para subir por el humo tembloroso.
La vida no tiene vuelta,
entre estas paredes que dijeron,
entre estos muebles que hablaron,
como tantos platos y su silencio.
La guitarra se me cae y cae,
y el mundial infierno reside en mi oscuridad.
El reloj me dice que no va el invierno y
que el olor a lágrima seca está conmigo.
Venga otro cigarrillo, otra copa,
pues quiero ir al río del olvido,
al caballo sudoroso de la derrota:
Ya me canso, ya me voy, ya me muero.

Santiago Azar

Desde la mutilada memoria del verso,
desde un mal gesto o un alarido,
la ira canta, canta y canta.
Sabes, Pablo, yo milito en ti,
por que desde tanta tumba
donde no tienes flores,
desde tanta ceniza de la propia vida,
desde esa celda que te dio el aplauso
te haces grande, gigante, monumento:
El Pablo, terremoto de las luces,
el Pablo, incendio de los cuerpos,
el poeta, asesino de las comidas,
el hombre, hombre de las mujeres,
el amigo, primero de botella y abrazo.
Aquí en el Maule, aquí en el Sur
entre el caldo espeso de las longanizas,
en la disparada subida caliente de las cazuelas,
puerta por puerta, libro por libro,
puerta por puerta, vacaciones en el  pueblo
en el pueblo! tu nombre ;
aquí De Rokha, aquí en la víspera de la muerte.
Me llamas noche a noche,
disparo a disparo, Ay! la bala,
Ay! el gatillo sonó como campana
y partió un poeta a discutir con Dios
si el cielo es cielo o si el demonio
tiene por apellido De Rokha.
Ay! la bala, la pólvora;
no se muere sólo de intentos,
la muerte abraza sólo al imbécil,
la muerte sólo anima a los tontos,
quien vive, vive en el ladrido de los perros,
vive en las alas de los murciélagos,
en los senos de las prostitutas.
Vives entero en la memoria.
Yo no olvido, yo no sepulto.
A bailar otra vez, Pablito!
La mesa está servida y sólo falta
la boca hambrienta del padre,
del poeta y del hombre de Chile.

Santiago Azar

Las encías de cinco niños están sonando en el mar,
los castillos de arena en la orilla y
las camisitas blancas que flamean cantando.
Pequeños dientes sonríen con la espuma y la gaviota,
corren sobre las olas como un barquito de papel
que navega en el viento y en la boca del pan.
Cinco niños tomados de la mano me hacen girar,
cabellos rubios, morenos y corazones de manjar
rodean a la vida con un canto de infancia azul.
Allá viene la marea y su orquesta fatal,
el pez ardiendo, la caracola desnuda,
el rugido de cien ballenas cogiendo la ola.
Allá viene la marea y una gota de sangre,
el fondo oscuro, el llanto de la arena,
la saliva de la luna que quedó dormida.
Cinco niños corrieron hacia el mar,
las camisitas blancas han muerto y han de esperar
el ladrido de la noche para volver a tierra.

Santiago Azar

Cuando llama la poesía,
cuando el grito desesperado del verso
clama por mi sangre,
sólo los muertos resucitan y me esperan
pues de ellos es parte mi alma,
es parte del soldado que aquí
todos los días trabaja.
Cuando llama la poesía,
los muertos reciben mis besos
porque también a ellos pertenezco.

Santiago Azar

Vas a ser mi náufraga porque destrozaré tu barca,
te destrozaré chocando contra las rocas,
te ahogaré por debajo de la luna.
No dejaré siquiera una balsa para que respires un segundo.
Respiro, y yo soy el mar que ahora te invade.
Vas a morir despacio en esta noche de torbellinos,
vas a desaparecer despacio cuando aparezca la tormenta,
y mis relámpagos cristalinos, y mi boca como trueno,
y mis manos como ventisca por tus rocas.
Vas a ser sólo una mujer flotando en la inmensidad delocéano,
y el amanecer no aparecerá sin que nuestro fuego se apague:
se apague con la sal de tus senos, las lágrimas de tus pezones,
el llanterío de tu vientre y de tu piel.
Vas a ser tragada por este pez inquieto,
vas a convertirte en pez y esta vez yo seré el pelícano,
no quedará nada de ti cuando resucites, difícilmenteresucites.
Vas a ser mi náufraga porque destrozaré tu barca,
no existirán islas ni maderas; amor, sólo marea.
Vas a ser mi náufraga y yo seré la barca hundida en tucuerpo.

Santiago Azar