A los ríos que dejaron sus pechos en el mar
a la tierra de mejillas prolongadas como tripas
a la piedra madura que besa viento y camino
a las montañas maternales
a la flora y fauna decapitada por manos sangrientas
a los volcanes reprimidos
a la lluvia inconsecuente de los bosques y ciudades
a las aves con sus maletas y sus alas
a los desiertos enemigos del agua pura
al vino que incendia la garganta del pueblo
a los hielos de entrañas frías y secretas
a los valles, a los cóndores
a todo lo que es parte de mí y de mi poesía
a ellos levanto mi lápiz
a ellos dedico la semilla de la noche
mi soledad de araña que cae sobre la patria
y sobre cada palabra que sale a mi paso
mi voz enamorada de la primera y última gota
de mis hermanos
mis labios color de fruta
mis venas acariciadas por el sueño salvaje
mi agonía incesante y profunda
mi religión de aullidos desatados
mi juventud sonora y definitiva
A ellos levanto mi puño como a una bandera
a ellos dedico el calor de esta brasa
de esta lágrima de Dios llamada Chile

Mario Meléndez

Cuando llegó el invierno a Chile
miles de pájaros volaron con la primera lluvia
estaban asustados entre la sombra y la muerte
y prefirieron emigrar con sus vidas hacia otras vidas
Tomaron el primer avión desesperados
se arrojaron a los muelles persiguiendo barcos
cruzaron las montañas huyendo de las lanzas
y dejaron atrás la patria y a los herederos del hambre
Algunos no despegaron jamás
les arrancaron las alas en el intento y la lucha
desaparecieron con nombre y apellido
bajo los árboles de hierro
los encerraron en jaulas por especies
y cuando años después los encontraron
tenían la caricia del cuervo entre sus plumas
Los otros, los perseguidos
los pájaros del pueblo que lograron atravesar la muerte
debieron acostumbrarse a volar de otra manera
a sentir de otra manera, a respirar de otra manera
La tierra ajena los había recibido
la tierra amiga los invitaba a su mesa
a compartir el pan y sus dolores
Muchos incluso en la agonía
soñaron con ver la patria por última vez
pero la patria también agonizaba
había querido volar con sus alas rotas

Mario Meléndez

Quién escribirá este dolor
Quién destapará los gritos enumerándolos
Quién se atreverá a hacerlo
Porque si nadie se ofrece
yo estoy dispuesto a correr el riesgo
Pero qué puedo decir
si hay tanto de qué hablar
son tantos los rostros que jamás amanecieron
tantos los ojos rotos
Esa mujer me pregunta si lo he visto
ese anciano me pregunta si lo he visto
Y yo, qué puedo decir
si me veo en una calle herido
si me veo en el fondo del mar
o en una fosa o torturado o suplicando
qué puedo decir
si estoy bajo la tierra y me desmigo
Que sea otro quien escriba este dolor
que sea otro el que se vista de negro
el que corte las flores
el que enloquezca
yo solamente enterraré a los muertos

Mario Meléndez