Yo sé un himno gigante y extraño que anuncia en la noche del alma una aurora, y estas páginas son de ese himno cadencias que el aire dilata en las sombras.
Yo quisiera escribirle, del hombre domando el rebelde, mezquino idioma, con palabras que fuesen a un tiempo suspiros y risas, colores y notas.
Pero en vano es luchar, que no hay cifra capaz de encerrarle; y apenas, ¡oh, hermosa!, si, teniendo en mis manos las tuyas, pudiera, al oído, cantártelo a solas.
En el libro lujoso se advierten las rimas triunfales: bizantinos mozaicos, pulidos y raros esmaltes, fino estuche de artísticas joyas, ideas brillantes; los vocablos unidos a modo de ricos collares; las ideas formando en el ritmo sus bellos engarces, y los versos como hilos de oro do irrisadas tiemblan perlas orientales.
¡Y mirad! En las mil filigranas hallaréis alfileres punzantes; y, en lapedrería, trémulas facetas de color de sangre.