Ladran los perros
Y perturban la paz que me rodea.
Ladran los perros e impiden que escuche
Los pasos de mi caballo.
Ladran los perros,
Ladran,
Ladran.
Ladran los perros a lo lejos.
Mientras, continúo en calma mi paseo.
Los ladridos se alejan hasta extinguirse.
Poco a poco vuelvo a escuchar
El sonido de los cascos contra el suelo.
Pero escucho otros ladridos más terribles:
Son los perros de la guerra los que ladran
Truenos de guerra en la Tierra
Que con horror me desgarran.
Los perros de la guerra aterran.
Los perros de la guerra matan,
Hacen estremecer mi tranquilidad,
La tuya,
La nuestra.
Los perros de la guerra odian.
Los perros de la guerra no son perros,
Sólo son ratas.
Los perros ladran
Y los perros de la guerra ladran.
Todos los perros ladran amenazantes.
Todos los perros.
Pero los perros defienden su territorio.
Los perros de la guerra no defienden,
Solo abrasan,
Arruinan,
Arrasan.
Los perros aman al amo.
Los perros de la guerra a su amo temen.
Un amo ama a su perro.
Los amos de los perros de la guerra nunca aman:
Ordenan,
Ejecutan
Y matan.
Yo sigo oyendo a los perros de la guerra.
Esos no callan, gritan rencor.
Solo abrasan,
Arruinan,
Arrasan.
Y yo galopo huyendo de sus voces de guerra
Pero es inútil porque ladran,
Ladran,
Ladran,
Ladran.
Y por más que corro, sus ladridos me alcanzan.
Malditas aterradoras ratas,
Malditas ratas que con sus errores
Entierran mujeres y hombres,
Arrastran la muerte
Y nuestros corazones rasgan.
Valentín de Miguel