Letrillas satíricas

Que dé la viuda un gemido
por la muerte del marido,
            yalo veo;
pero que ella no se ría
si otro se ofrece en el día,
            nolo creo.

Que Clori me diga a mí
«Sólo he de quererte a ti»,
            yalo veo;
pero que siquiera a ciento
no haga el mismo cumplimiento,
            nolo creo.

Que los maridos celosos,
sean más guardias que esposos,
            yalo veo;
pero que estén las malvadas,
por más guardias, más guardadas,
            nolo creo.

Que al ver de la boda el traje,
la doncella el rostro baje,
            yalo veo;
pero que al mismo momento
no levante el pensamiento,
            nolo creo.

Que Celia tome el marido
por sus padres escogido,
            yalo veo;
pero que en el mismo instante
ella no escoja el amante,
            nolo creo.

Que se ponga con primor
Flora en el pecho una flor,
            yalo veo;
pero que astucia no sea
para que otra flor se vea,
            nolo creo.

Que en el templo de Cupido
el incienso es permitido,
            yalo veo;
pero que el incienso baste,
sin que algún oro se gaste,
            nolo creo.

Que el marido a su mujer
permita todo placer,
            yalo veo;
pero que tan ciego sea,
que lo que vemos no vea,
            nolo creo.

Que al marido de su madre
todo niño llame padre,
            yalo veo;
pero que él, por más cariño,
pueda llamar hijo al niño,
            nolo creo.

Que Quevedo criticó
con más sátira que yo,
            yalo veo;
pero que mi musa calle
porque más materia no halle,
            nolo creo.


Dalmiro. José Cadalso

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *