Difícilmente llamo a la realidad, como el perro, ytambién aúllo. Cómo amaría establecer eldiálogo del hidalgo y el barquero, pintar la jirafa, describirlos acordeones, celebrar mi musa desnuda y enroscada a mi cintura deasalto y resistencia. Así es mi cintura, mi cuerpo en general,una lucha despierta y larga, y mis riñones escuchan.
Oh Dios, cuántas ranas habituadas a la noche, silbando yroncando con gargantas de seres humanos a los cuarenta años, yqué angosta y sideral es la curva que hasta lo más lejosme rodea! Llorarían en mi caso los cantores italianos, losdoctores de astronomía ceñidos por esta alba negra,definidos hasta el corazón por esta aguda espada.
Y luego esa condensación, esa unidad de elementos de la noche,esa suposición puesta detrás de cada cosa, y esefrío tan claramente sostenido por estrellas.
Execración para tanto muerto que no mira, para tanto herido dealcohol o infelicidad, y loor al nochero, al inteligente que soy yo,sobreviviente adorador de los cielos.
![]() Pablo Neruda |