ABROJOS – XVII

Cuando la vio pasar el pobre mozo
y oyó que le dijeron: ¡Es tu amada!…
            lanzó una carcajada,
pidió una copa y se bajó el embozo.
¡Que improvise el poeta!
                        Y habló luego
del amor, del placer, de su destino…
Y al aplaudirle la embriagada tropa,
se le rodó una lágrima de fuego,
que fue a caer al vaso cristalino.
Después, tomó su copa
¡y se bebió la lágrima y el vino!

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