RECORDADO SEA QUE VINO DEL MAR

                             1

   La voluntad de los carbones esconde los juguetes en unsumidero en las arenas. No crascitan las plumas en medio de laspiernas. Los dedos se recogen hacia las manos lenta peroinevitablemente. Las tormentas se escuchan en el cerro. Las palabras sequedan pequeñas e inútiles, murmuran y caen cansadas. Laspalabras se enflaquecen como una abuela vieja.

                             2

   Las palabras resienten las misiones que damos. Laspalabras se encogen como materia que regresa a la tierra. Hay una pazde paredes quebradas. Las tortugas salen a los huertos y arrastran desus patas las palabras. Las tortugas invaden y dan en préstamosus caparazones de plástico y tejas.

                             3

   En todas las tardes de todos los días yo me hesentado a esperar la paz que siempre me llega. La paz me es impuesta.La paz que me llega equivale a partida tras los caracoles y lastortugas me dejan sus caparazones cargados de especias. La paz me esimpuesta. Me pregunto al caer en el seno de mis duros protectores si lapaz que me han dado no equivale a pena.

                             4

   En las tardes sentado a la espera interrogo a los mares simis pies admitidos serían caminando hortalizas y esculpiendomanglares. En la paz de mis brazos caídos pregunto a los maressi la sal es buena para devolver la fuerza a las palabras. Pregunto ala bóveda que una gaviota esmera porque me empeño en dara las palabras potencia de linterna.

                             5

   Mi paso es muy lento. Los caminos los sé dememoria, pero mi costra pesa. Mi paso es tardío. Mi cabeza sebambolea con ritmo de yoyo de niño. Mi paso no cansa, carece deefecto, pero deja péndulos a mi encogimiento y da olor deinsecto a mis canciones.

                             6

   Me hago de los helechos. Unicelular es mi paz en losconfines. Alguien me ha dicho de una palabra que ensalma, de unapalabra que al invocarla acerca los confines y abre las ostras y anudalos tentáculos de los grandes peces. Alguien me ha dicho de esapalabra y me lanzo desde mis orillas en las tardes quietas cuandoespero la paz que siempre me llega. Alguien me ha dicho y yo siemprebuceo; llevo escafandra y tubos, llevo traje ligero, llevolíquenes, llevo ensalmes, llevo en mis brazos peso, membranallevo entre los dedos. Los habitantes de la paz marina miran el cristalde mi escafandra y descubren que llevo una pecera en lugar decara.

Teódulo López Meléndez