Pensaba cuando niño
que era tener amores
vivir en mil delicias,
morar entre los dioses.

Mas luego grandecillo
Dorila cautivome,
muchacha de mis años,
envidia de Dïone:

que inocente y sencilla,
como yo lo era entonces,
fue a mis ruegos la nieve
del verano a los soles.

Pero cuando aguardaba
no hallar ansias ni voces
que a la gloria alcanzasen
de una unión tan conforme,

cual de dos tortolitas
que en sus ciegos hervores
con sus ansias y arrullos
ensordecen el bosque,

Y hallé desengañado,
que amor todo es traiciones
y guerras y martirios
y penas y dolores.


Juan Meléndez Valdés