Me iré en el primer tren rompiendo el día
hasta el amor sin fin de la distancia.
Nadie quiere ser nube o torbellino
polea sin razones moviendo ruedas pesadas

Al cajón desempolvado van los que se quedan por un año
los otros vestidos con el hambre de la muerte
que dios tranquilamente los resigne
a saber que no regresan al calor de las heridas
entre los versos que respiran vagamente
desde las primeras liturgias de la sangre.

Revisaba infolios en el viento perdidos
no pude avanzar pradera adentro
con el registro dormido bajo el brazo
recoger los insectos del paisaje
arrebatar de ira en los silencios
mientras el cuerpo encallaba en carne viva
el ataúd de la verdad equivocada.

No obstante avanzar es la primicia
hasta del asesino que acaba sin misterio
bebiendo el agua de la sed hasta la prisa.

Me iré de todas formas
tranquila en la partida.

María Eugenia Caseiro