Yo quisiera salir en mi patria
Con el sol que alumbra la aurora
Y llevar una luz de esperanza
A la gente que la paz añora.

Yo quisiera entregar al pueblo
Un mensaje en dulce idioma
Con palabras salidas del pecho
De alegría, sonrisa y aroma.

Yo quisiera oír por los aires
Un poema, una bella canción;
Que se escuchen voces fraternales
Salidas de seres de buen corazón.

Yo quisiera que tenga el niño
Una cuna mullida al nacer;
Que se arrope con sábana de lino
Bajo un techo y con grato placer.

Yo quisiera que el joven creciera
Entre sueños con plena ilusión
Y que él en la escuela aprendiera
A vivir bajo lluvias de unión.

Yo quisiera que el hombre muriera
En un lecho rodeado de hijos
Y que al fin de la vida sintiera
El calor de los buenos amigos.

Yo quisiera que brille en la tierra
Un destello de dulce hermandad
Que se cambien las noches de guerra
Por los días de amor y amistad.

Héctor José Corredor Cuervo

Ayer que te vi partir
en final viaje al cielo
empecé yo a sentir
la soledad como hielo.

El sonido de tu voz,
que traía buen consejo,
en su atardecer precoz
se esfumó con el cortejo.

El faro que fulguraba,
en la noche muy oscura
y que en la cima estaba
a lo lejos ya no alumbra.

Los espejos de tus ojos,
donde se miraba el alma
se fueron con los despojos
y perdí toda la calma.

Los mimos y las caricias
que venían de tu mano
dejaron de ser albricias
para éste ser humano.

La abundancia en comida,
que en la mesa existía,
ya no sustenta mi vida
ni siento misma alegría.

El huracán de tormenta
y que en esta vida apura
es el que ahora alimenta
mi cuerpo en desventura.

Ahora estoy solitario
perdido entre la bruma
como bajel sin operario
que se hunde cual espuma.

Cómo te extraño papá
cuando veo un abismo
sin tener ya el maná
que salva del pesimismo.

Héctor José Corredor Cuervo

¡Veinte de julio!. Día de la hermandad,
de valores, de ideales, de sueños e ilusiones
de un pueblo honesto que ama la libertad
sin secuestros, sin masacres ni extorsiones.

Día majestuoso de inmenso patriotismo
de luchadores con honor sobre la frente
que buscan el bien común con altruismo
hasta alcanzar con fe la gloria reverente.

Día de luz con rayos rutilantes de unión
que deshelan la inteligencia congelada
para cambiar por el destello de la razón
los fusiles que están bajo la almohada.

Hoy en las entrañas de esta patria mía
se siente un gran temblor en la mañana
y estalla de pasión con lava de alegría
como un volcán la sangre colombiana.

Hoy los grillos y las cadenas del villano,
atadas con saña y crueldad al prisionero,
con el grito valiente del pueblo soberano,
se romperán como aquel frágil florero.

¡No más barbarie, terrorismo y vejación!
contra un pueblo desarmado e indefenso;
¡No más dolor en la aldea y en la nación!
que retarda el desarrollo y el progreso.

¡Libertad! ¡Libertad! ¡Oh cruel tirano!
que siembra minas en surco de dolores
para opacar el brillo del sol republicano
que hizo germinar las semillas y las flores.

Héctor José Corredor Cuervo

Como las flores de un paraje agreste
se ven los seres que obtienen fama
derrochando las mieles de la suerte
con el fresco rocío de la mañana.

La fama es brizna que arrastra el viento
con los aplausos de nutrida audiencia
la cual se esfuma bajo el firmamento
como un lampo de luz en la existencia.

Su resplandor a veces engrandece
y les impide mirar con claridad
que los tallos tan solo reverdecen
con las obras de amor y caridad.

Cuando llega el espectro de la muerte
y de la mano los lleva cementerio
allí queda tan solo el cuerpo inerte
y la gloria de Dios con su misterio.

Héctor José Corredor Cuervo

Poetas y navegantes en mar de la fantasía
rebocemos esta copa con sueños e ilusiones
para brindar porque brille el sol de la poesía
en todo el universo sin rencor y sin pasiones.

Apuremos esta copa con amor y con euforia
por esas musas doradas que nos dan inspiración,
por la lira encantada que nos lleva hasta la gloria.
por la lengua castellana, por nuestra amada nación.

Brindemos por esta sangre que llevamos en las venas,
por héroes que murieron con el corazón de lirio,
por maestros que han luchado en estas duras faenas
de cantar con alegría y sin temor al martirio.

Héctor José Corredor Cuervo

       ( Romance )

Entre nubes de invitados
príncipes, reyes, condesas,
dignatarios, delegados,
barones y baronesas
en la iglesia La Almudena
en medio de batahola
se unió una plebeya
a la realeza española
convirtiéndose en princesa.

El cielo estaba vestido
de lluvia con fina brisa
cual si estuviese sentido
por el casorio de Letizia
con el príncipe Felipe
quien demostró con sonrisa
gallardía y noble estirpe
ante el retardo a la misa
de la ilustre periodista.

Por los aires transitaron
ansias, sueños e ilusiones
que al universo viajaron
entre flecos de pasiones
murmullos de fantasía
por ver nacer en blasones
los anhelos y alegría.

La novia lució un traje
de aparente sencillez
para llevar el mensaje
al mundo en su redondez
que sin lujo en el ropaje
se reinará otra vez.

El príncipe de Borbón,
sucesor de la corona,
mostró un gran corazón
al prometer en la boda
su amor y fidelidad
a la mujer soñadora
quien también juró lealtad
sin el divorcio de moda.

Hoy en el mundo esperamos
su trabajo y gran tesón
en la lucha cual cruzados
para conseguir la unión
de todos los que hablamos
el bello idioma español
y que aislados estamos
por no tener comprensión
de vivir como hermanos
en libertad, sin opresión,
de mismos americanos
que imponen sin razón
su cultura por los medios
en radio y en televisión.

Mayo 22 de 2004. Homenaje al príncipe Felipe y a la princesaLetizia con motivo de su boda celebrada en la catedral de La Almudenade la ciudad de Madrid.

Héctor José Corredor Cuervo

       ( Narrativa )

Seductora palabra con nombre de mujer,
inventada por hombres carentes de razón,
que intentaron a otros por fuerza someter
imponiendo criterios e ideas con pasión.
 
Su nombre lo veneran presidentes y reyes
que gobiernan su grey sin darle protección;
queriendo que se cumplan sus mandatos o leyes
teniendo como piedra el propio corazón.
 
Por las calles se mueve altiva y silenciosa
invitando a incautos a la gran rebelión
e incitando a ingenuos en forma insidiosa
a morir por la causa bajo suposición.
 
En poblados y aldeas se pasea orgullosa
mostrando atributos con señales de amor
como la damisela que con cara licenciosa
vende su alma al diablo sin conocer honor.
 
En desiertos, en selvas y en extensa llanura
metida entre trincheras como un escorpión
incita a combatientes a luchar con bravura
mientras llega la hora de clavar su aguijón.
 
Y por los aires vuela como hada prodigiosa
llevando los mensajes de desintegración,
buscando en ignorantes hacerse más famosa,
en todas las tribunas de comunicación.
 
Detrás de un conflicto están los timadores,
que engañan al pueblo de frente a la nación
y que alientan a muchos a ser libertadores
en medio de promesas y total corrupción.
 
La guerra se alimenta con dineros calientes
de negocios oscuros de grandes agiotistas
ya sean extranjeros o astutos residentes
que aparentan al mundo ser los idealistas.
 
La guerra tiene amigos que viven del negocio
de vender los fusiles, los tanques o el cañón;
los cohetes y mísiles que surcan el espacio,
que salen cual racimos del vientre de un avión.
 
Quienes decretan guerras jamás hacen presencia
en campos de batalla y áreas de operación,
tan solo por arengas se sabe de su existencia
en tronos, en congresos o en la televisión.
 
La guerra es cruel, temible y mentirosa,
con espiral creciente de luto y destrucción,
que horada la mente y el alma más piadosa
llevándola al delirio por funesta ambición.
 
En guerra solo sufren agentes y soldados
que tienen como sello cumplir con su misión,
pobladores honestos que son los masacrados
por no huir con tiempo de su amada región.
 
Paremos ya la guerra y riñas entre hermanos,
busquemos entre todos mejor lograr la unión,
compartamos espacios como seres humanos
sin penas, sin dolores, con sueños e ilusión.

Héctor José Corredor Cuervo

Entre nubes de sueños e ilusiones
Van volando las almas de inocentes
Que cumplieron la cita con la muerte
En vagones y arcadas de estaciones.
 
Van viajando cual aves peregrinas
Con los ojos cargados de tristeza
Por dejar a su nido entre maleza
Con las zarzas y bestias asesinas.
 
Los cuerpos se quedaron entre ruinas
Ante un pueblo dormido e indolente
Que sufre la pasión del penitente
Cual Nazareno coronado con espinas.
 
¿Cuando despertará el mundo entero
para decir no más al terrorismo,
para acabar del todo el salvajismo
de demonios con cara de cordero?

Marzo 11 de 2004

Héctor José Corredor Cuervo

«La forma sabia de acabar con un conflicto es enfrentarlo
con unidad de pensamiento y acción»

HECOCU

Despierta pueblo, el mundo nos convida
a ahogar el odio, la ira y la venganza;
a mitigar dolores, a saturar la herida
y a sembrar semillas en surcos de esperanza.

Desterremos la muerte con señales de vida,
el terror y violencia con votos de confianza,
para que brille como lámpara encendida
la libertad sublime con rayos de bonanza.

Hagamos que germine la ilusión en la tierra
para ver que florezcan los sueños en veredas
acabando la angustia en el llano, en la sierra.

Hagamos funerales de rencores y penas,
cantemos unidos un réquiem a la guerra
y pidámosle a Dios la paz a manos llenas.

Héctor José Corredor Cuervo

«Perdónalos porque no saben lo que hacen»

Lucas 23: 34

Una guerra cual temible cataclismo
estremece hoy las entrañas del planeta
y en tifones de barbarie y terrorismo
la libertad de los hombres se irrespeta.

Ya las trompetas se oyen en el cielo
de ángeles que anuncian destrucción
y en el Éufrates entre humareda y fuego
se inmolan hombres por una convicción.

En los campos, en aldeas y en ciudades
la silueta de la muerte está presente
y el hambre con sus alas infernales
ya vuela cual langosta el continente.

En el vórtice del odio y la violencia
la voz de Dios nos invita a reflexión
para luchar por la paz, la convivencia
y otorgarle a enemigos el perdón.

Paremos esta guerra sucia y despiadada
con actos de justicia y comprensión
para ver una patria libre y humanizada,
sin pobreza, sin odio ni ambición.

Llenemos hoy los aires de canciones
y plantemos unidos semillas de amor
para que germine la paz en las naciones
y se acabe del todo el odio y el rencor.

Héctor José Corredor Cuervo