¿Del mar?
Las espumas.
¿Del lago?
Las brumas.
De tu cara hermosa
las sonrisas tunas.
¿Del jardín?
La rosa
¿Del amor?
La diosa.
De tus dulces ojos
la expresión sabrosa.
¿Quién no te supiera
decir la verdad
y no se admirara
de tanta beldad?
¿Quien no te quisiera
tener, sin pensar
que quizás perdiera
toda libertad?
¿Del huerto?
Los brezos.
¿De tu amor?
Los rezos.
De tu ardiente cuerpo
los profundos besos.
Carlos Etxeba