Al final de mis días
tal vez mi verso será testigo
de que un día estuve vivo.
Al final de mis días
mis vivencias serán recuerdo,
y si hice mal, ni me acuerdo,
se que yo amé contigo.
Sólo ya la paz persigo,
al final de mis días.
Miguel de Asén
Al final de mis días
tal vez mi verso será testigo
de que un día estuve vivo.
Al final de mis días
mis vivencias serán recuerdo,
y si hice mal, ni me acuerdo,
se que yo amé contigo.
Sólo ya la paz persigo,
al final de mis días.
Miguel de Asén
Una línea que no quiere emerger,
Palabras que se embotan en mi mente,
La musa ya no me puede acoger.
Palabras, ecos que surgen del vacío,
Letras, sombras buscando su lugar,
Quisiera sentir y no pensar,
Dejar en el papel el corazón mío.
¿Por qué las palabras se tornan poesía?
¿Por la música que alberga el verso?
Un concierto querría dejar inmerso
En el papel que sólo tinta tenía.
Palabras secas, rocas de acero,
Moldear yo vuestras letras quisiera,
Como escultor ,tal vez, con la pluma pudiera,
Ser de una escultural oda mensajero.
Pero la musa no quiere darme sus besos,
Rehuye mi mente, deja mi voz fría.
¿ De que sirve la palabra mía,
si están mis versos entre rimas presos?
Volar quisiera, ser como el viento,
Sin estar con ritmo o métrica recortado,
Hoy sólo mi pobre voz aquí he dejado,
Parte de mi alma y de mi sentimiento.
Miguel de Asén
Dos poemas hoy escribo,
uno para mi alma,
otro para mi calma,
otro día que estoy vivo.
Miguel de Asén
De mi tiempo es testigo
sólo el paso de los días,
y me repliego en poesías,
siento, escribo y sigo.
Miguel de Asén
Soñé y soñando estaba,
y la vida era ilusión,
y se tornó obsesión
por el reflejo que daba.
Miguel de Asén
En mi cora(ra)zón
ten(manten)go som(o)bras
de inquie(acti)tudes renova(esperanza)doras,
y alien(sentimien)tos gasta(usa)dos,
testi(ami)gos de vie(añe)jos empe(sue)ños,
baluar(estandar)tes de anti(exi)guas
primave(fronte)ras,
que quie(prefie)ren na(rena)cer.
Can(llan)tos apaga(quebra)dos
entre heri(vi)das retira(desola)das,
como esterto(auto)res de quime(bande)ras
transgredi(perdi)das entre sen(contien)das.
Fru(cul)tos fuga(bora)ces
ansian(germinan)do lu(cru)ces,
donde vací(frí)os oca(fraca)sos
urdie(fingie)ron lla(cla)ves ancia(tempra)nas,
como vo(ro)ces sin am(desam)paro,
como bro(lo)tes de irre(re)alidad.
Miguel de Asén
Quise encerrar una mariposa,
quise una flor silvestre cautivar,
quise guardar una ola del mar,
no pude conseguir ninguna cosa.
El sentir es esencia revoltosa,
no se deja en la palabra domar,
no quiere ser medido, ni rimar,
ni morir tras de una estrofa la losa.
El sentimiento es potro salvaje,
es libre, no consiente ser recluido,
lucha contra la doma con coraje.
Es del hombre el fuego no extinguido,
no se puede aprisionar su mensaje
entre de unas sílabas el sonido.
Miguel de Asén
Recorriendo del tiempo la estela,
el recuerdo, los pasados instantes,
las fechas que nos fueron importantes,
los ratos que nuestra memoria anhela,
el triunfo que a nuestra vida consuela,
el olvido de los errores de antes,
los besos de miel de nuestras amantes,
la antaña hiel que nuestro sueño desvela.
Momentos que nuestra vida componen,
son pisadas que marcan un camino,
circunstancias que nuestra vida imponen.
Con ellas se forjó nuestro destino,
de todas ellas, algunas, se sobreponen,
otras se esfuman en lo peregrino.
Miguel de Asén
Sentir es vivir sentidos,
amar es sentir sin duelo,
y tu ensueño es mi desvelo,
pensamientos compartidos.
Instantes ya presentidos
son la esencia de mi anhelo,
tú eres de mi tierra el cielo,
sentimientos encendidos.
Bella y más en la mirada,
dulce y más en la sonrisa,
sin tí nada importa nada.
Y mi alma supervisa
a mi entraña enamorada,
tu presencia es mi premisa.
Miguel de Asén
Si el mundo es tristeza
no quiero sentirme cuerdo,
que quiero ser pintor de amaneceres,
reirme de la vida y de sus preocupaciones,
y no vender mi alma a mis ocupaciones.
Quiero conocer de mil mentes los saberes,
y si no los se, no importa, no me acuerdo,
y sentir de una mujer la belleza,
y no comportarme con ella como un cerdo.
Ser feliz, sin causa, en mil ocasiones,
buscar de alegría mil situaciones,
no preocuparme de agobios ni de haberes,
y decir, alguna vez, que mi alma reza.
Miguel de Asén