Me sobra un muerto, me sobra me sobra un muerto y no soy yo, quién es y viene de la levadura y de los precipicios me sobra un muerto un muerto martillándome la piel me sobra un muerto y no soy yo porque estoy vivo y lo presiento lo respiro, y cae de la manga de otro muerto y cae y cruza mi camisa, y da la vuelta y sigue y sigue en mi esqueleto, un muerto un muerto en mi esqueleto, instalado de por vida un muerto me sobra y no soy yo y llora y grita y ríe con su carcajada demoniaca un muerto, un muerto sagrado un muerto en el gemido del espanto un muerto derramado en mi garganta y en mi sed con su ceniza de elefante en el vinagre, en el aliño de los años un muerto rodeando los cristales en las babas, en el pus, en los gusanos malolientes defecando un muerto sus palabras o en la suma de las voluntades o en ninguna o en la roca de las rocas, trapicado el invencible el muerto agujereado por los otros inmutable en el zarpazo, en la estocada del olvido me sobra, me sobra un muerto y no soy yo porque patea y raspa engulle con su dentadura cavernaria hasta rozar por fin la sal del universo
Difícilmente olvidarte porque la sangre no se olvida no se olvida el volcán o el cuchillo de tu boca o la barba desgarrada en el muro de los siglos o el eructo de la tierra con su llanto de trinchera y su color de mosca y su veneno anónimo Difícilmente la orina del mar con sus alas marchitas y el grito funerario del cielo y el ojo del relámpago y la muerte de los muertos y la vida de los muertos y el mantel del infinito a saltos sobre los pechos del destino que devora, araña rompe las cavidades del pubis y su recuerdo ardiente de cada memoria fría, de cada aullido en llamas terrible como la cópula de las entrañas o el latido de un trueno enfermo terrible en su plumaje de holocausto en su piel de cataclismo en su cintura trizada por la sed y el hambre en los labios del otro, en los huesos del otro en el gran animal que somos mientras la panza gime y se retuerce de lombrices y las arrugas crecen y los bigotes crecen y crece también la muerte como una muchedumbre la muerte diaria que nos acompaña, oscura, macabra deforme en su legado de grietas, en su acento de oruga en el perfil de las hogueras y de los hipos del universo Difícilmente olvidarte en la cascada de los sueños en el gran litoral del miedo o en la vendimia de mi alma en el vuelo rasante de las letras y de las piedras humanas en la anatomía del fuego y en las momias recientes
Difícilmente olvidarte cuando caen los bostezos y la luna tiene un raro parecido al aire que sofoca las arterias y aparecen los ciegos y aparecen los ciegos y aparecen los ciegos cantando con tu voz de bestia con tus uñas ancladas, con tu eco de tren deshabitado y con tu noche de alambre y de esqueleto sonámbulo Porque difícilmente podremos olvidarte, difícilmente aunque no traigas regalos, aunque te canses del viento aunque se apaguen tus muelas, difícilmente en el rugido de un viejo corazón o una camisa de fuerza, difícilmente en el olor a pólvora de los sesos, en la saliva ausente y en el verso degollado a la luz de los infiernos
Los pobres veranean en un mar que sólo ellos conocen Allí instalan sus carpas hechas de mimbre y celofán y luego bajan a la orilla para ver la llegada de los botes curtidos de adioses En la playa la miseria se broncea boca abajo el hambre toma sol en una roca los niños hacen mediaguas en la arena y las muchachas se pasean con sus bikinis pasados de moda Ellas tienden sus toallas de papel y se recuestan a mirar el reventar de las olas que les recuerda la forma de un pan o una cebolla Mar adentro nadan sus sueños Y ellas ven al vendedor de helados acariciando sus pechos o a ellas mismas en un viaje hacia la espuma del que regresan con vestidos nuevos y una sonrisa en el alma
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Los pobres veranean en un mar que sólo ellos conocen Y cuando cae la tarde y el horizonte se desviste frente a ellos y las gaviotas se desclavan del aire para volver a casa y el crepúsculo es una olla común llena de peces y colores ellos encienden sus fogatas en la arena y comienzan a cantar y a reír y a respirar la breve historia de sus nombres y beben vino y cerveza y se emborrachan abrazados a sus mejores recuerdos Mar adentro nadan sus sueños Y ellos ven a sus hijos camino de la escuela cargando libros y zapatos y juguetes o a ellos mismos regresando del trabajo con los bolsillos hinchados y con un beso pintado en el alma Y mientras ellos sueñan el hambre apaga sus fogatas y se echa a correr desnuda por la playa con los huesos llenos de lágrimas
A los ríos que dejaron sus pechos en el mar a la tierra de mejillas prolongadas como tripas a la piedra madura que besa viento y camino a las montañas maternales a la flora y fauna decapitada por manos sangrientas a los volcanes reprimidos a la lluvia inconsecuente de los bosques y ciudades a las aves con sus maletas y sus alas a los desiertos enemigos del agua pura al vino que incendia la garganta del pueblo a los hielos de entrañas frías y secretas a los valles, a los cóndores a todo lo que es parte de mí y de mi poesía a ellos levanto mi lápiz a ellos dedico la semilla de la noche mi soledad de araña que cae sobre la patria y sobre cada palabra que sale a mi paso mi voz enamorada de la primera y última gota de mis hermanos mis labios color de fruta mis venas acariciadas por el sueño salvaje mi agonía incesante y profunda mi religión de aullidos desatados mi juventud sonora y definitiva A ellos levanto mi puño como a una bandera a ellos dedico el calor de esta brasa de esta lágrima de Dios llamada Chile
Cuando llegó el invierno a Chile miles de pájaros volaron con la primera lluvia estaban asustados entre la sombra y la muerte y prefirieron emigrar con sus vidas hacia otras vidas Tomaron el primer avión desesperados se arrojaron a los muelles persiguiendo barcos cruzaron las montañas huyendo de las lanzas y dejaron atrás la patria y a los herederos del hambre Algunos no despegaron jamás les arrancaron las alas en el intento y la lucha desaparecieron con nombre y apellido bajo los árboles de hierro los encerraron en jaulas por especies y cuando años después los encontraron tenían la caricia del cuervo entre sus plumas Los otros, los perseguidos los pájaros del pueblo que lograron atravesar la muerte debieron acostumbrarse a volar de otra manera a sentir de otra manera, a respirar de otra manera La tierra ajena los había recibido la tierra amiga los invitaba a su mesa a compartir el pan y sus dolores Muchos incluso en la agonía soñaron con ver la patria por última vez pero la patria también agonizaba había querido volar con sus alas rotas
Quién escribirá este dolor Quién destapará los gritos enumerándolos Quién se atreverá a hacerlo Porque si nadie se ofrece yo estoy dispuesto a correr el riesgo Pero qué puedo decir si hay tanto de qué hablar son tantos los rostros que jamás amanecieron tantos los ojos rotos Esa mujer me pregunta si lo he visto ese anciano me pregunta si lo he visto Y yo, qué puedo decir si me veo en una calle herido si me veo en el fondo del mar o en una fosa o torturado o suplicando qué puedo decir si estoy bajo la tierra y me desmigo Que sea otro quien escriba este dolor que sea otro el que se vista de negro el que corte las flores el que enloquezca yo solamente enterraré a los muertos
Vengan a ver mi poesía no está hecha de material ligero aguantará perfectamente el invierno y en verano refrescará las mentes y los cuerpos Hay poderosas vigas entre cada verso hay listones apuntalando mis palabras Y si la lluvia desea entrar pondré mis sueños en el techo y taparé las goteras con mi propio dolor
Yo soy el niño que juega con la espuma de los mares desahuciados Por esa playa embanderada de gaviotas yo estiro mis brazos como flojas redes mientras las olas pellizcan mis sueños y una sola lágrima revienta contra las rocas Los arrecifes se asoman a la orilla vienen descalzos a bailar sobre mi alma y en sus labios traen algas y corales la levadura del mar convertida en beso Yo muevo mis pies entonces como dos viejos remos mi corazón es un océano de rostros y de manos y yo entro en él sin darme cuenta con mi equipaje de arena aferrado al timón del viento a la proa de los años donde una voz que no es mi voz eleva el ancla de este pequeño barco que se aleja con mi infancia a bordo
Gracias te doy por tan poco y por tanto a la vez gracias te quiero dar por esta boca que no olvida por este abecedario de pechos que se tocan y que arden cuando besas Tú solamente me conoces tú solamente sabes quien soy hacia donde van mis manos y mis pasos tú solamente llegas con arrugas y sábanas tú sólo llegas a buscarme tú llegas a fuego lento y me divides y me arañas y me traes toda la sangre nueva de mi alma Qué importa amor si ya no somos qué importa si venimos o nos vamos A cada lado del sueño respiramos hondo y se nos fue la vida en el sueño todo pasó entre gotas blancas todo sucedió desde nosotros Porque a través de siglos y edades a través del misterio que me dio tu sonrisa fui desenterrando la herradura seca del olvido con una mano tuya hecha de agua y un racimo del amor que no tuvimos
Llévame hacia el sur de tus caderas donde la humedad envuelve los árboles que brotan de tu cuerpo Llévame a la tierra profunda que asoma entre tus piernas a ese pequeño norte de tus senos Llévame al desierto frío que amenaza tu boca al desterrado oasis de tu ombligo Llévame al oeste de aquellos pies que fueron míos de aquellas manos que encerraron el mar y las montañas Llévame a otros pueblos con el primer beso a la región interminable de lengua y flores a ese camino genital a ese río de ceniza que derramas Llévame a todas partes, amor y a todas partes conduce mis dedos como si tú fueras la patria y yo, tu único habitante