Archivo de la categoría: Luis de Gongora y Argote

La dulce boca

La dulce boca que a gustar convida
un humor entre perlas destilado,
y a no invidiar aquel licor sagrado
que a Júpiter ministra el garzón de Ida,

¡amantes! no toquéis si queréis vida:
porque entre un labio y otro colorado
Amor está de su veneno armado,
cual entre flor y flor sierpe escondida.

No os engañen las rosas que al Aurora
diréis que aljofaradas y olorosas
se le cayeron del purpúreo seno.

Manzanas son de Tántalo y no rosas,
que después huyen dél que incitan ahora
y sólo del Amor queda el veneno.

DE LA BREVEDAD ENGAÑOSA DE LA VIDA

Menos solicitó veloz saeta
Destinada señal, que mordió aguda;
Agonal carro en la arena muda
No coronó con más silencio meta,

Que presurosa corre, que secreta,
A su fin nuestra edad. A quien lo duda
(Fiera que sea de razón desnuda)
Cada sol repetido es un cometa.

Confiésalo Cartago, ¿y tú lo ignoras?
Peligro corres, Licio, si porfías
En seguir sombras y abrazar engaños.

Mal te perdonarán a ti las horas,
Las horas que limando están los días,
Los días que royendo están los años.

Luis de Góngora y Argote, 1623

EN LA MUERTE DE UNA SEÑORA QUE MURI&Oa

Fragoso monte, en cuyo basto seno
Duras cortezas de robustas plantas
Contienen aquel nombre en partes tantas
De quien pagó a la tierra lo terreno,

Así cubra de hoy más cielo sereno
La siempre verde cumbre que levantas,
Que me escondas aquellas letras santas
De que a pesar del tiempo has de estar lleno.

La corteza, do están, desnuda, o viste
Su villano troncón de yerba verde,
De suerte que mis ojos no las vean.

Quédense en tu arboleda, ella se acuerde
De fin tan tierno, y su memoria triste,
Pues en troncos está, troncos la lean.

Luis de Góngora y Argote, 1583

DE UNOS PAPELES QUE UNA DAMA LE HABÍA

Yacen aquí los huesos sepultados
De una amistad que al mundo será una,
O ya para experiencia de fortuna
O ya para escarmiento de cuidados.

Nació entre pensamientos, aunque honrados,
Grave al amor, a muchos importuna;
Tanto que la mataron en la cuna
Ojos de invidia y de ponzoña armados.

Breve urna los sella como huesos,
Al fin, de malograda criatura,
Pero versos los honran inmortales,

Que vivirán en el sepulcro impresos,
Siendo la piedra Felixmena dura,
Daliso el escultor, cincel sus males.

Luis de Góngora y Argote, 1600

A DON SANCHO DÁVILA, OBISPO DE JA&Eacu

Sacro pastor de pueblos, que en florida
Edad, pastor, gobiernas tu ganado,
Más con el silbo que con el cayado
Y más que con el silbo con la vida;

Canten otros tu casa esclarecida,
Mas tu Palacio, con razón sagrado,
Cante Apolo de rayos coronado,
No humilde Musa de laurel ceñida.

Tienda es gloriosa, donde en lechos de oro
Victorïosos duermen los soldados
Que ya despertarán a triunfo y palmas;

Milagroso sepulcro, mudo coro
De muertos vivos, de ángeles callados,
Cielo de cuerpos, vestuario de almas.

Luis de Góngora y Argote, 1608

AL PADRE FRANCISCO DE CASTRO, DE SU LIBRO

Si ya el griego orador la edad presente,
O el de Arpinas dulcísimo abogado
Merecieran gozar, más enseñado
Éste quedara, aquél más elocuente,

Del bien decir bebiendo en la alta fuente,
Que en tantos ríos hoy se ha desatado
Cuantos en culto estilo nos ha dado
Libros vuestra Retórica excelente.

Vos reducís, oh Castro, a breve suma
El difuso canal desta agua viva;
Trabajo tal el tiempo no consuma,

Pues de laurel ceñido y sacra oliva,
Hacéis a cada lengua, a cada pluma,
Que hable néctar y que ambrosía escriba.

Luis de Góngora y Argote, 1611

A DON DIEGO PÁEZ DE CASTILLEJO Y VALEN

No entre las flores, no, señor don Diego,
De vuestros años, áspid duerma breve
El ocio, salamandria más de nieve
Que el vigilante estudio lo es de fuego:

De cuantas os clavó flechas el ciego,
A la que dulce más la sangre os bebe
Hurtadle un rato alguna pluma leve,
Que el aire vago solicite luego.

Quejáos, señor, o celebrad con ella
Del desdén, el favor de vuestra dama,
Sirena dulce si no esfinge bella.

Escribid, que a más gloria Apolo os llama:
Del cielo la haréis tercero estrella,
Y vuestra pluma vuelo de la Fama.

Luis de Góngora y Argote, 1615

DE UNA DAMA QUE, QUITÁNDOSE UNA SORTIJ

Prisión del nácar era articulado
De mi firmeza un émulo luciente,
Un dïamante, ingenïosamente
En oro también él aprisionado.

Clori, pues, que a su dedo apremïado
De metal aun precioso no consiente,
Gallarda un día, sobre impacïente,
Lo redimió del vínculo dorado.

Mas ay, que insidïoso latón breve
En los cristales de su bella mano
Sacrílego divina sangre bebe:

Púrpura ilustró menos indïano
Marfil; invidïosa sobre nieve,
Claveles deshojó la Aurora en vano.

Luis de Góngora y Argote, 1620

A DOÑA CATALINA DE LA CERDA, DAMA DE L

Tres veces de Aquilón el soplo airado
Del verde honor privó las verdes plantas,
Y al animal de Colcos otras tantas
Ilustró Febo su vellón dorado,

Después que sigo (el pecho traspasado
De aguda flecha) con humildes plantas,
(¡Oh bella Clori!) tus pisadas sanctas
Por las floridas señas que da el prado.

A vista voy (tiñendo los alcores
En roja sangre) de tu dulce vuelo,
Que el cielo pinta de cient mil colores,

Tanto, que ya nos siguen los pastores
Por los extraños rastros que en el suelo
Dejamos, yo de sangre, tú de flores.

Luis de Góngora y Argote, 1585

AL EXCELENTÍSIMO SEÑOR EL CONDE

En la capilla estoy, y condenado
A partir sin remedio desta vida;
Siento la causa aun más que la partida,
Por hambre expulso como sitïado.

Culpa sin duda es ser desdichado;
Mayor, de condición ser encogida.
De ellas me acuso en esta despedida,
Y partiré a lo menos confesado.

Examine mi suerte el hierro agudo,
Que a pesar de sus filos me prometo
Alta piedad de vuestra excelsa mano.

Ya que el encogimiento ha sido mudo,
Los números, Señor, deste soneto
Lenguas sean y lágrimas no en vano.

Luis de Góngora y Argote, 1623