Jugábamos al escondite. Yo me ocultaba y tú me perseguías. Pasaron largas horas y tú no me encontrabas. Pasó la primavera, se esfumaron los largos días de verano y vino el otoño con su crujir de madera seca y vino elinvierno con su dolor de corazón sepultado en lanieve. Te espero en mi rincón y tengo miedo.
Reciba, sin gastos de envío, su sonrisa restaurada y blanqueada, fácil de montar, sin baterías, biodegradable, autoadhesiva, inodora, a prueba de bombas, retransmisiones bélicas en directo, genocidios, intervenciones aliadas y ataques a objetivos no civiles que al final resultan ser un puente, una fábrica, quién sabe si algún parque, eso sí, no civil.
Pruebe sin compromisos nuestra sonrisa sometida a los mejores controles de calidad y vuelva a brillar con luz propia en todo tipo de acontecimientos.
La costumbre me trae hasta tu cuerpo o la necesidad de los planetas. Esa costumbre ciega de semilla, la que hace descender por las gargantas el agua ciegamente, la que guía a las aves migratorias año tras año por la misma ruta, la que impulsa en algún lugar remoto esta brisa que ahora desordena tu pelo. Y sonríes, con costumbres de sol en su sistema.
Me recuerdas el frío de las fuentes en los labios, el prado debajo de la espalda, la indescifrable danza de las nubes, el dulce sabor de diminutos dedos en la masa, la tierra en las uñas, los pies mojados en los charcos, los bolsillos repletos.
Contigo junto a mí los días recobran la suave textura de la cera y repiten mil veces el amanecer.
Contigo junto a mí veo pasar de largo la tristeza.
(Estudio de escritor. Mesa de gran tamaño. Estanterías llenas de libros. Puerta al fondo entreabierta. El personaje camina de un lado a otro del escenario.)
Que alguien recomponga los jarrones rebosantes de rosas. Necesito más luz sobre el brazo desnudo que ahora escribe. Los libros, que se vean desde todos los ángulos. Unas hojas tiradas por el suelo pueden crear ambiente. Si es posible, que caiga por completo la noche. Una luna entre nubes podría sugerir un halo de misterio. En la calle que parezca que la lluvia ha caído.
Ella entrará por la puerta del fondo. Traerá el cabello húmedo podría haber un fuego donde secarlo lenta, muy lentamente. No hablará. No hablaré. El silencio es lo más apropiado. No elevaré los ojos para verla hasta pasado un rato.
Ella irá hacia las rosas con aire ensimismado y mirará la luna caminar por mi cielo.
Necesito más luz sobre mi mano. Necesito más luz sobre las rosas y un fuego y una luna y un cielo antes de que ella llegue.
Duermo bajo tu luz y me despierta un eco de latidos que viene de muy lejos.
Dejo caer mis dedos por el caudal crecido de tu inmóvil cabello y acaricio tu rostro, tus mejillas, tus labios, con mis ojos cerrados, en lo oscuro, despacio, voy a tientas, recorro la nieve antes no hollada de tu carne.
Quiero sellar las grietas que el tiempo helado forma y cerrarte los ojos sobre sueños y tenerte por siempre en mi hermosa mentira.
Quiero habitar tus brazos que sólo viste el aire y entrar al cielo inmóvil de tu alma y ver mi soledad reflejada en tu pecho.