Héroes gloriosos, pues el cielo os dio más parte que os negó la tierra, bien es que por trofeos de tanta guerra se muestren vuestros huesos por el suelo.
Si justo desear, si honesto celo en valeroso corazón se encierra, ya me paresce ver, o que se atierra por vos la Hesperia vuestra, o se alza a vuelo:
no por vengaros, no, que no dejaste a los vivos gozar de tanta gloria, que envuelta en vuestra sangre la llevaste,
sino para probar que la memoria de la dichosa muerte que alcanzaste se debe envidiar más que la victoria.
Como al salir del sol se muestra el cielo más claro y más alegre y más gozoso, y como en el venir de abril hermoso de flores se matiza y lustra el suelo,
tal, movido por vos de honesto celo, se muestra ufano el mundo, deseoso de veros ya llegar al glorioso término [a] que llegó el único abuelo.
Sólo en veros salir, sólo del nombre de Gonzalo Hernández tiene espanto cuanto ciñe Apenín, Adria y Tirreno.
¿Cuál será, pues, señor, que no se asombre viéndoos volver con el honrado manto de palmas, de trofeos, de glorias lleno?
Señor, mientra el valor que en vos contemplo, el ánimo, el saber, alabar quiero, con el bajo decir, torpe y grosero, del alto desear la furia templo.
Vuestras obras serán, pues, vuestro ejemplo; vos vuestro coronista verdadero; vuestra virtud será el más cierto Homero que a la inmortalidad os abre el templo.
No dejéis, señor, ser alabado; mas al principio que lleváis tan alto dad en lo por venir alegre efeto:
que si el triunfo del mundo es pobre y falto, si corresponde mal con tal sujeto, allá os le tiene el cielo aparejado.
Ni la africana sierra excelsa y brava, ni las bárbaras armas, crudas, fieras, ni tu sangre esparcida en sus riberas, que el cielo de la honra derramaba,
ni la furia cruel que trastornaba ante ti tantas naves y galeras, ni el viento que en el campo las banderas del fiero Marte a su pesar postraba,
ni la gálida espada y torre fuerte, ni en Dura el duro asalto y duro hado, contra del cual no hay fuerza que resista,
pudieron por más mal darte la muerte, Iberino pastor desventurado, y agora mueres de una dulce vista.
Mientra el franco furor fiero se muestra en uno con el bárbaro tremiendo, mientra el consorcio protestante, horrendo, turbar piensa la fe y la patria nuestra,
Marte os arma, señor, la mano diestra, a la cual la victoria está atendiendo, a aquel vestigio de valor siguiendo que a la inmortalidad virtud adiestra.
Ya me paresce ver de vuestra gloria el alto resplandor ilustrar tanto que al paterno poder hará la vista.
Sólo tengo temor que tanta historia puesta no quedará en eterno canto si vos de vos no sois el coronista.