Caminante a Santiago:
A la orilla del mar, un hombre soñó
Que lo acompañaba nuestro Señor.
Desde el cielo aparecieron recuerdos
transportado por el viento:
Marcando al caminar sus minúsculos:
Pies de él y del señor.
El sueño no disipo:
Tornó su mirada: al camino de su vida
Sólo había espinas y días tristes.
Siguiendo el camino.
Él le suplico al señor:
Señor tú me hablaste: que te tuviera que seguir…
Qué caminaría grandes distancias, y tú al ladomío
¿Pero? Solamente encuentro mi dulce pasar.
¿No te comprendo el porqué? cuando te necesitaba:
¿Tú me dejaste al libre albedrío?
El Señor le indicó «¡hijos míos los amo,
y nunca los he abandonado!
Son momento de prueba y hidalguía,
Cuando solo veías tus pies en la arena
Era Yo que te cargaba, y te cuidaba.»
En ese instante apareció el fulgor:
del cielo y del mar.
Gian Nonino