¡Los montes de mi tierra
qué paz y amor encierran!
¡El roble, los hayales
las altas verdes sierras!
Siguiendo mi camino,
andando entre los pinos,
sonrío ante la aurora
que el viento tibio dora.
¡Qué amor, qué paz, qué sino,
gozar de este destino
de ver salir la aurora
que en todo pecho mora,
para después perderla
desvanecida en la hora!
Las cumbres coronadas
del mar siempre mojadas.
Los valles, los rebaños
que pasan cual los años
y que abren más la herida
que en mi alma está metida.
Los bosques y arboledas,
las huertas y las eras.
Las nubes reposadas
de mar siempre pintadas.
Los pájaros cantores
tan solo para amores.
La fuente y el arroyo
que ofrecen siempre apoyo
y el viejo caserío
que azota el viento frío.
¡Los montes de mi tierra
qué paz y amor encierran!
¡El roble, los hayales,
las altas verdes sierras!
Carlos Etxeba