A mi hermano Eleuterio, muerto por Dios y por España

La muerte no te arrancó de mi recuerdo,
ni de mi afecto,
porque las violetas
son eternas..
   El olvido no brilla en nuestras almas
porque la espada
no rasgó nuestros sueños
ni nos hizo llegar hasta el silencio.
Cuando seguiste las sendas en busca de destino,
llevabas en tus manos un manojo de lirios
esperando sembrar de rosas blancas
las gélidas distancias.
Buscabas suavizar las duras rocas,
que, aunque llenas de sombras,
querías blancas
como la luna y las estrellas altas.
Te fuiste, sin marcharte, hacia la noche
y te veo llegar siempre en las flores.
Cuan te vi ir, yo era un solamente niño
y aún no ha brotado en mí el olvido,
pues me dejaste retumbante clamor
de fe y admiración
como si fueras mi ídolo
que nunca se hubieras ido.
Yo veo en mi retina interna
tu imagen  feroz y tierna,
feroz contra los odios de los hombres
y tierno para buscar la convivencia humana
en todos los rincones de tu patria.
Ya habías sembrado el perdón
con dolor,
esperanza y anhelo
que siempre renovabas en tu pecho.
Mira, hermano, te veo sonriendo y cogiendo la paz a brazadas
y tu ausencia será una presencia eterna en mí anclada.

Zacarías Palacios

Es una noche estrellada con un manojo de lirios,
aunque hace frío.
Es un girasol gigante con cabellos amarillos,
aunque hace frío.
Es un coral de gorjeos de ruiseñores y mirlos,
aunque hace frío.
Es un jardín encendido de pétalos y pistilos,
aunque hace frío.
Era una verde oleada, que burbujeaba en un campo de olivos,
aunque hace frío
Es una emoción sagrada que se perpetuó en los siglos,
aunque hace frío.
Era una tarde manchada de la ausencia, sin olvido,
aunque hace frío.
Es la meseta poblada de alhelíes dormidos,
aunque hace frío.
Es la inmensidad temblando con los rumores de trigo,
aunque hace frío.
Es la distancia alargada y bordada de caminos,
aunque hace frío.
Es el silencio cantando mil serenatas y ritmos,
aunque hace frío.
Es la tempestad rodando, por el cielo, sin peligro
aunque hace frío.
Era un torrente azul que lanza el arco iris al precipicio
aunque hace frío.
Eres tú con tu mirada llena de risa y cariños
y ahora no hace frío.

Zacarías Palacios

Quiero escuchar el silencio
que grita en la soledad,
Deseo ver las tinieblas
que pueblan la inmensidad,
Yo busco tocar la nada
que tiembla en ningún lugar.
Quiero gustar la amargura,
que no tiene paladar.
Quiero contemplar las sombras
que llenan la oscuridad.
Quiero entender el no ser,
la inexistencia total.
Quiero sentir el perfume
y olor que no existen más.
Yo busco entrar en el caos
y en la confusión voraz
Quiero vivir el pasado
de miles de años atrás.
Yo quiero el todo y la nada
mas no los sé aprisionar.
Voy a buscar una hada
que me lo sepa enseñar…
Es la hada de fantasías,
que me lleva a la ciudad
del mundo de los ensueños
quien me enseñará a soñar.
Sueños grandes, misteriosos
y una quimera capaz
de llenar mis esperanzas
será el camino real
para alcanzar mis deseos
y al imposible llegar.
Quiero soñar en la vida
y eternamente soñar.

Zacarías Palacios

Llega, paloma blanca, a tu destino.
Si tu ala está mojada por el rocío,
espera que una brisa venga contigo
y aparte con su beso tu temblor frío.
¡Oh!, palomita blanca, llega sin sustos
y trae, entre sus alas, rumores puros
de verdes  esperanzas, y que tu arrullo
traiga la paz y calma para este mundo.
Blancura alba,
mansa y dorada,
mueve tus alas
de corola rosada
y haz brotar, en mi casa,
la rosa blanca.

Zacarías Palacios

Agujas rasgan el cielo
Sobre un poema de piedra,
Porque quieren florecer
Y conquistar las estrellas.
La flor de la Catedral
Entre las nubes se enreda
Y ensarta, en sus caracolas,
La luz del sol y tinieblas.
Y las casas se arrodillan,
buscando paz en la iglesia.
Los árboles, juguetones,
Suben del castillo a cuestas
Y dejan caer la sombra,
Llena de rizos, morena.
Los paseos silenciosos
(Isla y Miraflores) piensan
Que son caminos de gracia
Y de los rosales sendas.
Cartuja y Cardeñadijo,
Hitos de la Historia vieja,
Son recuerdos del pasado
Y sonatas de una ESPERA.
El Cid continúa vivo
En la extensión de esta tierra;
Las flores siempre florecen
Y los pájaros gorjean.
Burgos es historia y llama,
Que alumbran la sementera
De amistades y sonrisas
De pundonor y nobleza.
Burgos y su Catedral
Son siempre viejas y nuevas
En sus canciones y amores.
Burgos es amor en fiesta.
Cantemos, unidos, Burgos.
Burgos carne, Burgos piedra.

Zacarías Palacios

Es un altar la tierra castellana,
donde se ofrece el fruto de la mies
perfumado de incienso de un  ciprés,
subiendo hasta la altura, de mañana,

para besar del alba soberana
la grandeza de Dios; luego después
cantar, contrito, el himno de la fe
como alondra de luz ya bien temprana.

Campo sagrado que, de día, brilla
y, de noche, ante el ara se arrodilla
para rezar su ofrenda sacrosanta

celebrando, con alma silenciosa,
la belleza del trigo y de la rosa,
que, en sus recios rincones, se levanta.

Zacarías Palacios

Sigo mi vida tranquila por la brisa
de la tarde
y, en el corazón me arde
de  mil recuerdos la brasa,
que, en la estepa castellana,
hace tiempo fue encendida
y jamás quedó dormida.
En bucólico rincón,
lleno de gracia y verdor
se yergue una casa blanca.
En esa casa está anclada
una florida guirnalda
de recuerdos y esperanzas,
mas sin olvido
sombrío.
Escondido en la distancia
de tiempo y tierra lejana
oigo el rumor silencioso,
cadenciado y rumoroso
del albor de una existencia,
que, en sus horas, será eterna.
En la alcoba de esa casa,
rimando ingenua romanza,
yo siento aún el amor
y el candor.
En sus paredes, colgadas
oigo voces murmuradas
de seres que ya se fueron
en la carroza del tiempo:
Una severa palabra,
que suena a cantiga honrada;
Frágil brisa de algún angélico ser,
disfrazado de mujer;
Un vigoroso fragor
lleno de vida e ilusión;
Y presentes, en la ausencia,
de dos cândidas morenas
sigo sintiendo la voz
que son auras de canción;
Una argéntea tonada
de quien vivía y soñaba
Y el balbucir de un pequeño,
que había estrenado afectos.
En esta casita, blanca, azul e iluminada,
escucho aún la alborada
de emociones que se fueron,
pero que aún no murieron,
porque, ahora sé que los siglos,
son, como el cielo, infinitos,
y yo aún sigo viviendo
                en el embrujo del tiempo
de aquella casita blanca
de la estepa castellana.

Zacarías Palacios

En el campo de mi tierra hay un río,
que rasga tierras morenas.
Deja la vega serena,
cuando por ella pasa como el filo
de un cuchillo.
Cuando yo era pequeñuelo,
fui, al lado de mi madre, sonriendo
a pasear por el río.
mas resguardado del frío,
la corriente de su agua,
como una paloma mansa,
iba dejando suspiros.
Íbamos muy despacito,
mi madre a lavar la ropa,
solícita y silenciosa,
yo, como inquieto chiquillo,
a mirarme en cielo límpido.
Ella creaba candor,
mientras reflejaba el sol
y hacía brotar el brillo
en todo aquel atavío.
De tanto mirar al agua,
que era azul esmeralda,
como si fuese un berilo
y de la pureza un símbolo,
se me tiñeron los ojos
de un azul suave y gracioso,
como si fuesen jacintos.
Ese paseo hacia el río
puso en mí dos esmeraldas
que son verde azuladas,
coronadas por un lirio.

Zacarías Palacios

Una noche en que mi sueño voló hacia el reino de la nada
la inmensidad azul me pareció un jardín florecido
de sombras y de luces colgadas de hilos plateados
y jacintos.
Yo podía escuchar, desde el suelo,
los temblores de sus guiños,
sus caracolas flotantes, ensartadas
del alguna estrella en los hilos,
perfumados,
coronados de pistilos
que lanzaban a rosa de los vientos
de su laúd los suspiros,
y deshojaba los pétalos
de los luceros dormidos.
Quiero deshojar la estrella,
rosa y narciso,
de tu corazón y ensueños,
troquelados de cariño,
para que sienta brillar en el pecho la flor de la siempreviva
y el murmullo de tus lirios.

Zacarías Palacios

Vivo pensando en el tiempo, hecho de efémero encaje,
y siento un vacío inmenso
que me suena cual rumor misterioso y alargado,
filigrana repetida, carcajadas de un misterio,.
Aunque parece un cristal transparente y ondeante
que retrata la existencia sin arrugas ni reflejos,
va extiendo tentáculos invisibles
por los surcos de las horas en saltos largos y negros
de un caminar prolongado,
cual interrogante perpetuo.
¿Es el tiempo el que camina
por avenidas del cielo
y va empujando a la nada
la lumbre de los luceros?
¿O es la vida la que esconde, en negra gruta
o senderos,
la realidad del mundo, arrugada y apretada
por la fuerza de un ensueño
todo lo que el mundo esconde,
en sus abismos y reinos?
Sabia diosa de la ciencia,
y duendes de los espejos
del saber y del destino, descubridme este misterio:
¿Por qué el futuro se acerca, se encoge y queda siempremenor
y hasta hace vivir la nada, resbalando entre sus dedos?
¿Por qué, también, el pasado se alarga como unaespada
que se nos clava en el cuerpo,
haciéndose casi infinito, que aumenta todos los siglos
como apéndice sereno,
que se agarra a sus orillas
diluidas, en silencio?
¿Por qué, aún, el presente no crece ni disminuye,
mas siempre es sólo un momento?
El pasado es infinito,
El futuro se aproxima y es pequeño
Mas el presente llegó,
pasa siempre y es eterno.

Zacarías Palacios