Ahora estoy con el árbol
Besador de la brisa
Cazador de los pólenes viajeros
Mano en caricia abierta
de hojas hacia el cielo
desde su mundo exacto
circunscrito al rumor.

Sobre la superficie inmensa
de este mundo
                 —planta
                   piedra y ceniza—
cuán pequeño el espacio del árbol
Y qué alto de ramas
y verdad y poesía
Y de Dios…

Y raíces

dónde acunó en tersura la semilla
y arraigó de la entraña de la tierra
su proyectado mundo de frescura

Si casi cabría el corazón del hombre
con su semilla de trémula esperanza
con la raíz incierta de su pie descalzo

Pero… el hombre

El pobre hombre no es como el árbol
El árbol no conoce el dolor,
de la espera y la duda

Crece sin prisa
hacia la flor y el fruto

A esperar       la hermosura.

Cae del aire la flor

Tan leve amada
de ese trémulo espacio
donde viaja su huella
deslizando
aroma de su imagen
al amor…

Un pedazo de cielo
y una rama…

Nada más
cayó al aire la flor.

¡Qué solos nos quedamos
sobre el mundo
mi corazón y yo!

A la muerte de Luis Palés Matos

En pedestal de ola
el mar levanta el canto:
            … … «¿hacia dónde
            tú, si no hay…
            … espacio donde puedas contenerte?»

Incansable viajero sin navío
rumbo de ala tendida hacia un país
de imaginaria geografía
donde tan quieto estás… …

            ——

¿Oyes tu canto bajo la noche sola de los trópicos
desde un sinfín de estrellas y de islas
y playas inasibles de silencio
en la infinita orilla transitando
eco de oleajes de astros de palabras…

¿Dónde toca tu voz?
¿Dónde tu mano alcanzará su tiempo?
Tu mano alucinante de poesía
tu solo tiempo logrado al fin
en el hallazgo de tu rama y de tu puerta.

¡Es el mar —Palés— que te abre
sus brazos constelados!

Cruzado de silencio el roto puente
del amor al Amor
en música de lágrimas tendido.
Del amor al Amor penar penando
como se pena el sueño y el olvido.

¡Salvado estás de aquel atroz calmazo!
De sal y sed tu corazón transido… …

¡Qué catedral de jazmines incensiada
de tu pasión atroz oficia el salmo!
Tremenda humanidad de corza herida.
Tallo de luz-diamante esfuminado.
Columbrada azucena de poesía
en palabra y oleaje tranformando
la voz del mar que en mar de voz
te canta un cielo abierto
en claridad del alba estremecido.

Recuerdo… eternidad…
Voz y silencio.

En la hora de la isla
y la palabra
                     «que es como un despedirse
                      y una ausencia…»
miras un niño
y tu mirar se vuelve
Dios y llanto
brisa de nieve y nube en lejanía
remanso de huracán
—ola vencida—
tumbo en la orilla de la más sola soledad
sin canto:
                     …«tiran de ti con tenue hilo de estrella»
Te llaman y te vas
—ala rendida—
y el amor y el Amor
se van contigo…
Salvado estés — Palés
que el mar te canta su infatigable ola
de poesía.

Un puerquito rubio
estaba muy triste,
echado en la esquina
de un sucio corral.
Estaba muy triste,
y su sueño era
que alguna mañana
le nacieran alas de cristal…

El puerquito rubio
no tuvo la culpa
de que lo dejaran sin poder volar.
Cuando repartieron aves para el aire,
peces para el mar
y conchas de nácar
para el arenal, al puerquito rubio
tocó el lodazal.

Cuando quieres trinos
el puerquito rubio
tiene que hozar;
y cuando se oye
su pru-pru tan trsite,
el sueña que canta
sobre el lodazal.

No le dieron nombre
para la poesía;
su nombre el poeta
no mencionaría
con las golondrinas, con las mariposas…
Nadie le diría:
—Puerquito de sueño,
puerquito de rosas,
eres de cristal.

Esta mañanita,
porque yo le canto
su sueño tan lindo
de querer volar,
el puerquito rubio
todo enfangadito
se ha echado a llorar.

—Puerquito, no llores,
si tú eres de sueño,
si tú eres de rosas,
eres de cristal.

!Que hermoso milagro
hace mi cantar!
El puerquito alegre
se ha puesto a jugar
en la triste esquina
del sucio corral:
hoza asombradito
estrellas de agua
sobre el lodazal.

!Sobre su lomito
parece que nacen,
parece que brillan
alas de cristal!
!Que hermoso milagro
en el lodazal!…