En esas doce horas que somos la espalda del mundo
en aquel diario eclipse
eclipse de pueblos
ecllipse de montes y páramos
eclipse de humanos
eclipse de mar
el negro le tiñe a la Tierra mitad de la cara
por más que se ponga luz artificial
negrura de sombra
sombra de negrura
que a nadie le asombra
y a todo perdura
obscura la España
y claro Japón
obscura Caracas
y claro Cantón
y siempre girando hacia el Este
aquí está tiznando
allá está celeste
esa sombra inmensa
esa sombra eterna
que tuvo comienzo al comienzo del comienzo
rotativo eclipse
eclipse total
pide a los humanos un solemne rito
que es horizontal
y cada doce horas que llega me alegro
porque medio mundo se tiñe de negro
y en ello no cabe distingo racial

Nicomedes Santa Cruz (1959)

Al compás del socabón
con décimas del Perú,
conserva la tradición
Nicomedes Santa Cruz.

                  I

Durante el siglo pasado
Y comienzos del presente
Era cosa muy frecuente
Un cantar improvisado:
Décimas de Pie forzado
Le llamaba la afición,
Y sólo en nuestra nación
La Décima o Espinela
Se acompañó con la vihuela
al compás del socabón.

                  II

Una glosa la interpretan
cuatro décimas o pies,
el verso número diez
es uno de la cuarteta;
y sin ser un gran poeta
ni nacer con tal virtud
con gusto y solicitud
en esas noches de invierno
puede llenarse un cuaderno
con Décimas del Perú.

                  III

Si rima con mucho esmero
la consonancia hará el resto:
Décimo, Séptimo y Sexto;
Quinto y Cuarto con Primero;
versos de igual terminación;
para mayor perfección
rime Octavo con Noveno
y con cada verso bueno
conserva la tradición.

                  IV

Octosilábica, hispana,
Fue la décima genuina,
Insuperable, divina
Es la décima peruana.
Si algún día alguien me gana
O si me llevase Jesús,
Que no se extinga la luz
En ese cantar tan nuestro.
Lo pide… un servidor vuestro:
Nicomedes Santa Cruz.

Nicomedes Santa Cruz (1957)

A Patricio Lumumba

Mi madre parió un negrito
al divorciarse de su hombre,
es congo, congo, conguito,
Y Congo tiene por nombre.

Todos piden que camine
y lo parieron ayer.
Otros, que se elimine
sin acabar de nacer…

¡Ay Congo,
Yo sí me opongo!

El mundo te mira absorto
por tu nacimiento obscuro.
Te consideran aborto
por tu gatear inseguro.

¡Ay Congo,
Cuánto rezongo!

Yo he visto blancos nacer
en condiciones iguales,
y sus tropiezos de ayer
se consideran normales.

Mi Congo, congolesito
que Congo tiene por nombre,
hoy día es sólo un negrito
mañana será un gran hombre:
A las Montañas Mitumba
llegará su altiva frente,
Y el caudaloso Luaba
Tendrá en sanguíneo torrente.

¡Sí Congo,
Y no supongo!

África ha sido la madre
que pariera en un camastro
Al niño Congo, sin padre,
Que no desea padastro.

¡África, tierra sin frío,
madre de mi obscuridad;
cada amanecer ansío,
cada amanecer ansío,
cada amanecer ansío
tu completa libertad!

Nicomedes Santa Cruz (1960)

A Hugo Guerrero Marthineitz.

Tengo tu mismo color
Y tu misma procedencia.
Somos aroma y esencia
Y amargo es nuestro sabor.
Tú viajaste a Nueva York
Con visa en Bab-el-Mandeb,
Yo mi Trópico crucé
De Abisinia a las Antillas.
Soy como ustedes semillas.
Son un grano de café.

En los tiempos coloniales
Tú me viste en la espesura
Con mi liana a la cintura
Y mis abóreos timbales.
Compañero de mis males,
Yo mismo te trasplanté.
Surgiste y yo progresé:
En los mejores hoteles
Te dijeron ¡qué bien hueles!
Y yo asentí “¡uí, mesié!”.

Tú: de porcelana fina,
Cigarro puro y cognac.
Yo de smoking, yo de frac,
Yo recibiendo propina.
Tú a la Bolsa, yo a la ruina;
Tú subiste, yo bajé…
En los muelles te encontré,
Vi que te echaban al mar
Y ni lo pude evitar
Ni a las aguas me arrojé.

Y conocimos al Peón
Con su “café carretero”,
Y hablando con el Obrero
Recorrimos la nación.
Se habló de revolución
Entre sorbos de café:
Cogí el machete… dudé,
¡Tú me infundiste valor
Y a sangre y fuego y sudor
Mi libertad conquisté…!

Después vimos al Poeta:
Lejano, meditabundo,
Queriendo arreglar el mundo
Con una sola cuarteta.
Yo, convertido en peseta,
Hasta sus plantas rodé:
¡Qué ojos los que iluminé,
Que trilogía formamos
Los pobres que limosneamos
El Poeta y su café…!

Tengo tu mismo color
Y tu misma procedencia,
Somos aroma y esencia
Y amargo es nuestro sabor…
¡Vamos hermanos, valor,
El café nos pide fe;
Y Changó y Ochún y Agué
Piden un grito que vibre
Por nuestra América Libre,
Libre como su café!

Nicomedes Santa Cruz (1961)

¡Criollo, no: ¡Criollazo!
Canta en el tono que rasques.
Le llaman “El Amigazo”,
Su nombre: ¡PORFIRIO VÁSQUEZ!

Escúcheme, por favor,
escúcheme aunque no quiera:
cómo canta marinera,
yo lo creo un trovador.
Soy su fiel admirador,
lo oí y le di un abrazo;
donde él fui pasito a paso
por sentir su melodía.
Le digo, desde ese día
¡criollo, no: ¡Criollazo…!

Es el adjetivo justo
que merece un decimista,
zapateador, jaranista,
compositor de buen gusto.
Perdóname si te asusto
pero por Dios, no me atasques,
que aunque la lengua me masques
repetiré que es tan ducho
que sin esforzarse mucho
canta en el tono que rasques.

Riqueza debía tener
mas Dios le dará otro premio,
pues por su alma de bohemio
como si fuera un deber,
gozó más con proteger
al que le tendió su brazo.
Hoy comentan este caso
los que de él han recibido,
y en un geto agradecido
le llaman “El Amigazo”.

Cuando le llegue el momento…
—y esto no es un mal presagio—,
como póstumo sufragio
le haremos un monumento.
Ruego al que grabe el cemento
que con buen cincel recalque
y en un ángulo le marque,
donde la piedra resista,
para que por siempre exista
su nombre: ¡PORFIRIO VÁSQUEZ!

Nicomedes Santa Cruz (1949)

¿Qué hemos de hacer nosotros los negros
que no sabemos ni leer?
Fregar escupideras en los grandes hoteles
encerar y barrer
manejar ascensores
en el Gran Club servirles de beber
o hacer que el cadillac sea más lujoso
vistiendo la librea de chofer.
Tenemos la respuesta siempre lista:
en París “oui, monsieur”
y en Georgia, en Lousiana o en Virginia
un eterno “yes sir…”

Los negros, pobres negros de este mundo
¿qué cosa hemos de hacer
debiendo de comer todos los días
(y a veces sin comer)?
Bajar la testa reverente
y a lo mismo de ayer.

Hasta que llega un blanco y “nos descubre”
nos mete al ring
y aquí comienza para mal de males
el principio del fin

Footing, training, sombra;
saco, pera, soga;
upper cuta
hook
cross.
Duchazos, masajes,
fotos, reportajes.
¡Okey, boss…!

El cañaveral de mi lejana tierra
me dio estos fuertes bíceps.
Los buques cargueros de todos los muelles
me dieron envidiable complexión.
Y corriendo, voceando millones de diarios
fortalecí
muslo
pierna
y
pie.

Ahora, en el Madison Square Garden
de New York,
dice mi manager:
¡No whisky!
¡No tobacco!
¡No girls!
(No money)

Negros acomodadores
ubican a los blancos en ring side.
Perder esta pelea
significa volver con ellos:
Con Blackie de Maniatan.
Con Brown de Alabama
Con “Nando” Rodríguez de Puerto Rico
…y entonces
no whiksy
no tobacco
no girls
no money
and
¡knock-out!

My challenger
es negro, como yo
Si pierde le espera lo mismo
                          (Aquí los únicosque nunca pierden
son nuestros managers y el promotor).

Comienza el round, voy hacia el centro
—en este plan voy a perder—
este es el round numero trece
¡voy a demostrarle quién es quién!
Me está llevando hacia una esquina,
si caigo aquí me cuentan diez.
¡Virgen del Cobre estoy perdido!
No puedo ver
No… pue.. do… ver…

EPÍLOGO

La gente aplaude al que me mata
El referee no dice “break”.
Que mi mujer no sepa nada…
Mi nombre es BENNY “KID” PARET.

Nicomedes Santa Cruz (1962)

Mi cuate
        Mi socio
                 Mihermano

Aparcero
        Camarado
                 Compañero

Mi pata
        M´hijito
                 Paisano…

He aquí mis vecinos.
He aquí mis hermanos.

Las mismas caras latinoamericanas
de cualquier punto de America Latina:

Indoblanquinegros
Blanquinegrindios
Y negrindoblancos

Rubias bembonas
Indios barbudos
Y negros lacios

Todos se quejan:
—¡Ah, si en mi país
no hubiese tanta política…!
—¡Ah, si en mi país
no hubiera gente paleolítica…!
—¡Ah, si en mi país
no hubiese militarismo,
ni oligarquía
ni chauvinismo
ni burocracia
ni hipocresía
ni clerecía
ni antropofagia…
—¡Ah, si en mi país…

Alguien pregunta de dónde soy
(Yo no respondo lo siguiente):

Nací cerca del Cuzco
admiro a Puebla
me inspira el ron de las Antillas
canto con voz argentina
creo en Santa Rosa de Lima
y en los orishás de Bahía.

Yo no coloreé mi Continente
ni pinté verde a Brasil
amarillo Perú
roja Bolivia.

Yo no tracé líneas territoriales
separando al hermano del hermano.

Poso la frente sobre Río Grande
me afirmo pétreo sobre el Cabo de Hornos
hundo mi brazo izquierdo en el Pacífico
y sumerjo mi diestra en el Atlántico.

Por las costas de oriente y occidente
doscientas millas entro a cada Océano
sumerjo mano y mano
y así me aferro a nuestro Continente
en un abrazo Latinoamericano.

Nicomedes Santa Cruz (1963)

Guitarra llama a cajón,
Cajón a la voz primera.
Escuchen con atención,
¡aquí está la Marinera…!

La Marinera de Lima
tiene influencia afro-hispana,
la “primera de jarana”
en copla o cuarteta rima.
Inicia el toque la prima
pero es más lindo un bordón.
Aún no entra la canción
porque, como requisito,
antes que el cantor dé un grito
guitarra llama a cajón.

Los que escuchan hacen palmas
y se cuadran las parejas,
por lo general son viejas
—mejor aún si son zambas—.
Tan sólo mueven las gamas
y un poquito la cadera.
Todo esto mientras se espera
pues nadie baila sin canto.
Sigue llamando entretanto
cajón a la voz primera.

El canto inicia el paseo
con un saludo en el cruce,
media vuelta los conduce
a otro cruce y al careo.
Tras lateral contoneo
vuelta y trocar posición…
Como dicha operación
se da al fin de cada estrofa,
en vez de bailar por mofa
escuchen con atención.

Como quien sudor enjuga
un momento se reposa,
prosigue la Resbalosa
y viene después la Fuga:
El bailarín se apechuga,
ella sube la pollera.
Como peruana bandera
blanco y rojo, dos pañuelos
dicen en airosos vuelos
¡aquí está la Marinera…!

Nicomedes Santa Cruz (1958)

Talara, no digas “yes”,
Mira al mundo cara a cara;
soporta tu desnudez
… y no digas “yes”, Talara.

Mi raza, al igual que tú
tiene sus zonas ajenas:
tú por petróleo en tus venas,
yo por ser como Esaú.
A veces no es el Perú
lo que está bajo tus pies.
Yo a veces cojo la mies
para que  otro se la coma.
Si sólo es nuestro el idioma
Talara, no digas “yes”.

Lo que ganas y te dan
recíbelo sin orgullo:
es un diezmo de lo tuyo,
es migaja de tu pan.
Y si acaso un holgazán
a patriota te retara,
deja que siga la piara
en su cuadrúpeda insidia;
si el mundo entero te envidia
mira al mundo cara a cara.

Pero cuando tus entrañas
ya no tengan más que dar
y no haya qué perforar
en tu mar ni en tus montañas;
cuando lagartos y arañas
a la “rotaria” hagan prez;
cuando la actual fluidez
se extinga como el ocaso,
contra el viento de “El Tablazo”
soporta tu desnudez.

Ese día está lejano
y ojalá no llegue nunca,
más como todo se trunca
pensemos en todo, hermano:
Si te dedicas al grano
yo te traeré agüita clara,
y si en el desierto se ara
te serviré de semilla,
… y no dobles la rodilla,
… y no digas “yes”, Talara.

Nicomedes Santa Cruz (1959)

¡Ay mama,
si tú me vieras…
Estoy perdido en Brasil
Entre cimbreantes palmeras!

Palmeras de talle largo,
Palmas mulatas
Endulzan mi paso amargo
Y alegran mis caminatas.

        ¡Ay mama,
        si tú me vieras…!

Me muero al verlas venir,
Me mata verlas pasar.
No sé si debo reír
O llorar.

        ¡Ay mama…!

A la sombra de una palma
Quise librarme del sol,
Quise libarme del sol
Y me estoy quemando el alma…

Estoy perdido en Brasil
Entre cimbreantes palmeras.
¡Ay mama,
si tú me vieras,
si tú me vieras,
si tú me vieras…!
¡Ay mama!

Nicomedes Santa Cruz (1963)