Ahora estamos unidos
para siempre.

No importa que te hayas
marchado,
que la puerta
no se abra más
para esperar tus pasos,
ni importa que en las manos
que me encuentran
no me rocen las tuyas.

Andas conmigo,
vas, vienes a mi lado,
y miras con mis ojos
derramarse en el mar
el ocaso.
Oyes el viento en la noche
cuando pasa estremeciendo
las ventanas,
y me sigues constante
por la oscura comarca
del insomnio.

Revestida de ausencia
tu perdida presencia
me acompaña.

Meira Delmar

En las manos del alba vi la rosa.
Huía de sí misma perseguida
por su propia hermosura repetida
en pétalos y en rosa jubilosa.

Con un alto vaivén de mariposa
la rosa, ya en el aire, detenida
quedaba entre la luz, estremecida
de aromas y de fuga luminosa.

Inmóvil sobre el viento desvelado
en rosa de vitral se convertía
la rosa del temblor atormentado.

El día la tocaba. Y era el día
en torno de la rosa, desalado
arroyo de insistente melodía.

Meira Delmar