El cielo se cae en trozos
uno de ellos ya no se levanta del suelo
suda nubes de sangre y fiebre tartamuda
lengua rota no besa, no suplica
solo intuye a los muertos
su sabor a ceniza y cal que quema.

Se levanta el telón y la amada no llega
se encuentra en brazos marineros
que dejaron la barca a la deriva,
porque el cielo se cae en trozos
y el teléfono del teatro permanece impávido
incapaz de iniciar el soliloquio.

El cielo se cae en trozos
sobre los infieles
que lo usan de sábanas
para arropar a los fantasmas de la incertidumbre
y el paralítico camina,
el ciego ve el engaño,
el mudo aprende hablar a fuerza de golpes,
el sordo lee los labios de la esposa muerta,
todo huele a miseria, a demonios de azotea.

El cielo se cae en trozos
las aves desean piernas,
el ángel traicionado se arranca las alas,
el falso médico receta morfina al falso enfermo,
todos desnudos boca abajo
en la última cena de lodo fermentado
por el propio excremento del miedo.

Y la muerte no llega cuando se le necesita
queda muy queda, se queda en casa por el toque de queda
y aprovecha para cambiar el color de su tinte
y pasearse por los ojos del niño nonato
del que no pudieron amamantar con indiferencia,
con el alma ahorcada en un hilo
el grito de auxilio, la súplica de un poco de amor
se ahogan, porque se cae el cielo hueso a hueso.

Mario Waits