Deseo que juntes en tus manos
todos los trocitos de corazón
que te he dado en palabras.
Para que después de moldearlos
—con sumo cuidado—
hasta hacer de ellos uno solo
arrojes el resultado a las olas
con la certeza que éstas
lo traerán de vuelta
a mi pecho vacío.
Y, entonces, juntos de nuevo,
mi corazón y yo
en busca de ti
partiremos siguiendo
la ruta de estelas.

Juan José Vargas Camejo

Faltaba uno para ser dos
faltaba otro para  separarnos.
Así pasó.
Yo quedé sin ti
y tú sin mí pero con él.
Romance alegre y  triste
que murió justo al nacer.
O quizá antes…

Juan José Vargas Camejo

Antes, todo era silencioso y oscuro.
La Soledad merodeaba por una y otra parte.
Entonces, Dios dijo: «Hágase el Amor».
Y, desde aquel instante, empecé a amarte.
Pero luego, el Amor dijo: «Hágase el Olvido».
Y ahora, todo es como Antes.

Juan José Vargas Camejo

¡Qué muera la muerte!
que padezca en el campo de batalla
donde no se batalla.
Que se desangre en abrazos
de viejos enemigos
volviéndose hermanos.
Qué muera la muerte
que caiga fulminada
herida de muerte
por una mirada.

Juan José Vargas Camejo

El anciano camina sin que nadie en la calle
lo tome en cuenta.
No lleva prisa, quizá porque olvidó el destino.
Quizá porque el destino lo olvidó a él.
El caso es que camina, sin mirar al frente.
Y en su rostro persisten unos párpados caídos
y una piel herida por el paso del tiempo;
pesadilla ambulante de lo que fue.
El anciano camina, de espaldas al sol
y de espaldas al mundo, también.

Juan José Vargas Camejo

UNA PREGUNTA AL UMBRAL DE LA MUERTE

1.

No son más de diez hombres los que piensan venir a matarme. Pocodespués de lo ocurrido me enteré que muy cerca deaquí se fraguaban innumerables planes en mi contra. Desdeentonces, he estado esperándolos: ufano, complacido, feliz.

2.

Ya era hora de que alguien se acordara de mí. No importa quesólo sea para abalearme. No importa que los traiga el deseo dever mi sangre correr. Van a venir, y dispuesto estoy a enfrentarlos.

3.

Distinto sería si Martín no hubiese muerto. En nochescomo ésta, cuando la luna huye y le hace el amor a los astros,bebíamos ron hasta caer rendidos al piso, en un gesto deferviente oración por los excesos. ¡Un momento!

4.

¡Mis enemigos se acercan! Puedo escuchar el ruido de sus pasos.Me estremezco. Grito. Corro en busca de refugio tras los árboles.

5.

Pero no es la vil muerte que me espera, ni el dolor que vendrácon ella lo que altera mis nervios. La razón de mi delirioobedece al resonar indómito y desgarrador de una pregunta:

6.

¿Me encontraré con Martín en los burdeles delinfierno?

Juan José Vargas Camejo

UNA PREGUNTA AL UMBRAL DE LA MUERTE

11:45 p.m. Un hombre camina por la carrera Séptima deBogotá. Tras él, doce unicornios rojos; tras ellos, seiscentauros verdes. Indigentes, putas y borrachos que transitan por ellugar, no pueden creerlo…

Pero no es la escena de unicornios rojos y centauros verdes lo que lossorprende. Lo extraordinario del asunto —dicen— es que aquel hombreparece ignorar que todo es un sueño.

11:46 p.m. Un hombre duerme.

Juan José Vargas Camejo