Estoy triste, no sé de ti.
sé que estás sólo, así lo has querido,
ya las arrugas se te notan,
ya el viento de la nostalgia te golpea.

Estás viejo, sí que lo estás,
luces a veces cansado,
ensimismado, oculto de ti,
te escondes sin saberlo,
lloras en silencio.

Solo, como el viejo cedro,
erguido, indoblegable,
curtido en el campo, en la vida misma,
sólo con tus volutas de humo,
danzando y danzando detrás de ti.

Viejo, mi querido viejo,
ya la piel la tienes marchita,
de tanto amar, querer y renegar,
de trabajar, sí, de tanto trabajar,
pero sigues ahí,
terco, inexpugnable,
huyendo no se de quien,
quizás del sabor del triunfo,
o la derrota, más triunfos que derrotas.

Y te irás así, sólo,
cargado de nostalgias,
sin haber terminado tu tarea en esta tierra,
partirás de repente y yo sin saberlo,
y lo harás embelesado de esa tierra,
Santa Cruz, de donde saliste para no volver.

Te fuiste a la costa y te aburriste,
dejaste todo, el mar, la gente,
el calor, el trópico,
para refugiarte en otra tierra,
en otras miradas, otros amaneceres.

Y te fuiste cargado de nostalgia,
sin mirar atrás, sin querer volver,
te fuiste, viejo, mi querido viejo,
como huyendo de ti mismo,
como ignorando el pasado,
o intentando vivir otros tiempos,
otras épocas, otras gentes,
otras circunstancias.

Y me dejaste triste,
sí que lo hiciste,
lloré, se me desgarró el alma,
mi corazón se apretujó,
lloré, lloré y lloré,
hasta que se agotaron las lágrimas,
hasta que no supe de ti.

Ignoro que otros brazos te arropan,
que otras sonrisas escuchas,
que otros cantos de sirena,
de pájaros, ríos, escuchas,
lo cierto es que estoy aquí,
contándote mis penas, triste, desvalido.

Ya no tiene caso que te añore,
Ni que distraiga tus sentimientos,
que desee tu estadía cerca a mi.

De repente, no, no tiene caso,
o puede ser mi capricho,
mi añoranza, la que hace añorarte,
desear que estés aquí,
que me tomes de la mano,
y que, juntos, caminemos por el campo,
y escuchemos la música de la tierra,
y aspiremos el sabor a mangos y pepinos.

Oye, y porqué contestas en monosílabos?
acaso te aburre conversarme?
o es que prefieres la risa cantarina,
de esos ríos, esos robles, esos cedros,
del cafetal en flor, de los sembríos de maíz,
de las vacas que pacen, discretamente.

No quiero aburrirte de repente,
por amarte, quererte, añorarte,
no quiero que estés sólo,
eternamente sólo, apesadumbrado,
nostálgico, reencuentrate contigo mismo,
vuelve como el cordero fiel de la leyenda,
grita, clama, pide, exige.

Pero no vuelvas si no quieres,
pero no me olvides,
ni olvides que te quiero,
que te extraño,
y que tu paso cansado me duele,
como me duele.

Quisiera ser la tierra que pisas,
el aire que respiras,
la sangre que corre por tus venas,
esos brazos extendidos al aire.

Ojalá y pudiera volver a ser niño,
para decirte tantas cosas,
para amarte en silencio,
pisar tus huellas,
subirme sobre tus hombros.

Ojalá y pudiera volver hacerlo,
para sentir de nuevo tus brazos,
para abrazarte, y, de repente,
reencontrarnos, ser amigos,
recorrer mundo, ver a través de tus ojos,
y respirar el aire que respiras.

Ojalá y pudiera,
pero estoy triste.

José Luis Castillejos Ambrocio

Prometí quererte,
pero no pude sostener el juramento;
ni afianzar mi amor y mi querencia,
pudo más mi olvido,
vacilación y fascinación
por lo prohibido.

Te fui infiel.

¿Pero crees que eso importa ahora?
Dudo que olvides,
Que dejes de lado el ímpetu matinal
Y ordinariamente me reclames,
Me eches todo en cara,
Reclames y te duela mi fallida promesa.

He prometido, sin embargo;
Querer a otras como te quise a ti
Mimar el viento, besarlo,
Como te amé a ti.

Sólo de esa forma,
Creo, sin temor a equivocarme,
Que expiaré mis culpas,
Mi traición…mi desventura.

Efectivamente, prometí quererte!

Pero ¿importa eso ahora,
Que me he embriagado de amor,
En otros labios, otros besos,
Otras caricias, otra mirada?.

Te reitero, te fui infiel,
Pero prometo pagarte
Por cada minuto de desdicha,
Por cada instante de amor ido,
Por cada beso lanzado al aire,
Por el sueño no concretado.

Prometo,. Sí, prometo reinvindicarme,
Reinventarme en otros brazos,
Otros besos,
Otros instantes.

Sí que lo prometo!

José Luis Castillejos Ambrocio

Me bebí tantas copas de tus besos,
Y ahora la resaca de tu cariño
Me pasa la factura.

Qué bárbaro, me pasé de copas,
fueron tantas,
perdí la cuenta,
me embriagué,
y cuando desperté tenía una resaca
que ni el agua, ni nadie la podía apagar.

Ya no lo vuelvo hacer,
ni el hígado ni el corazón
dan para tanto,
puedes matarme de un infarto
o lo otro, no puede oxigenar mi sangre.

Sí que me embriagué,
pero no me di cuenta,
es que te bebí el aliento,
te absorbí hasta el tuétano
y de repente supe que era demasiado.

Pobre de mí, o de ti,
no lo sé,
me duele el cuerpo,
los labios,
la mirada,
los brazos, los abrazos,
las piernas,
los ojos y la lengua.

Que hermoso y feo es embriagarse de amor,
pero más horrible es despertar con la resaca,
y dudar si es que fue cierto,
o de repente fue sólo un sueño,
un aliento de vida,
un pequeño espacio en la memoria.

Me embriagué y lo reconozco,
es que cuando uno se enamora,
no se sienten, los días ni las noches
Mucho menos el viento, el frío o el calor,
pero que difícil es quitarse ese aliento,
con sabor a frutas, jazmines,
guirnaldas y flores.

Me enjuagué la mirada,
la boca, la sonrisa,
te quise borrar y,
no pude,
será que fue por amarte
demasiado, o fue por robar
tus besos,
tu aliento,
Tus besos,
tu senos al aire,
o tus apretujadas piernas.

Ya ni yo mismo lo sé,
es que fue demasiada,
y de esas borracheras,
solo hay una en la vida
y esa eres tú,
mi embriaguez eterna.

José Luis Castillejos Ambrocio