Mientras viva
seguiré intentando
repoblar tu cabeza
con palabras precisas, con versos en vena,
con retazos de sueños con orden y concierto.

Mientras quede
un hilo de esperanza;
con la sangre en vilo,
serás mi empresa imposible, mi carta marcada,
mi razón con receta, mi Macondo.

Acepto ser,
si es preciso,
como el coronel Aureliano Buendía,
y emprender treinta y dos guerras civiles
y perderlas todas.

Nada importa
si al fin consigo
repoblar tu cabeza
con todos los gestos que bien me conoces,
con todo este amor que me desborda
y que es, como siempre, más tuyo que mío.

Mientras viva;
porque no me resigno a los domingos
sin tus cosas,
porque albergo entre mis manos lo que realmente importa,
desubicado,
esperando el momento
de aire o de arena
para repoblar, sin ira, con cuidado,
                                                             tu cabeza.

José Ángel García Fernández