Oración…

Primero

Encerrada por un hediento aciago,
en un cajón bajo llave,
yace, oxidada, la pistola.

Segundo

Qué ironía la del silencio,
qué fieles esas manchas naranjas
bajo su helado cuerpo…
La pistola es como un ser humano;
en manos de la pasión
se calienta.

tercero

Sed de deidad…
en mi mano.
La miro un momento aún,
antes de cogerla
con el más exquisito de los cuidados.

cuarto

El brazo estirado es más largo,
si posa en mi mano la pistola.
Así, diluyendo, si hubiesen, las miradas,
apuntaría al entrecejo del horizonte
para ganar unos segundos de anochecer.

quinto

Me acerco el metal al rostro
para saber si me habla.
… y sí,
dice cosas extrañas,
acerca de venados cosmopolitas
y niños dueños del infierno.

sexto

Mecenas del horror,
malabarista de muertos,
asesina del silencio
y asesina de la vida
y asesina del tiempo
y de la banalidad.

séptimo

Me expulsa la asfixia
al asfalto empobrecido
por los zapatos y las ruedas
de los que pueden morir esta noche.

octavo

Hoy mis dedos no huelen a tinta,
no huelen a carbón restregado,
no huelen al bálsamo de la nicotina,
no huelen a llanto.

…la mortífera pólvora lo ocupa todo…

noveno

El acero es muy frío;
la falta de cartuchera me fuerza
a guardar la pistola
entre el quejido del abdomen
y el doble pespunte de un pantalón.

décimo

Camino durante horas…
Camino de la montaña que codicio…
Camino pedroso y resbaladizamente hostil…
Camino que no existiría sin ella en mi cintura…

decimoprimero

La ciudad se postra iluminada y adormilada;
el viento es la única resina que me impregna.
Tras de mí, un edificio, se pudre mirando el mar,
y algo más abajo,
bajo los cañones que martirizaron esta ciudad,
la solitud exige a los ángeles de piedra
la continuidad de sus oraciones.

decimosegundo

Aquí arriba un cigarrillo dura la mitad.
Y el pasado no ha pasado aún…
Recuerdo la pistola, incómodamente situada.
…la saco.

decimotercero

 Con la vejez del autocontrol,
los dedos han ido acumulando sudor.
La tesitura de cabezas ajenas
se muestra enojosa con mi deseo
y no me ofrece sino la propia…

decimocuarto

El hoyo del cañón está frío,
como una vulva de contenido estéril.
Lo que podría verter esta hembra
no sería sino la garantía de que he vivido.

decimoquinto

He decidido plantar la semilla
del viento frío, de su voz;
me murmulla acariciándome el rostro
todo cuanto me ha sucedido

decimosexto

Quisiera ser ancestro del viento.
Llevar bajo el brazo los brazos que faltan
y esparcirlos entre los necesitados de amor.
…o dolor.
Mover esas dunas enquistadas del desierto
y retirar la maleza de un cabello
para ir desapareciendo.

decimoséptimo

Aquella tarde no se había olvidado de caer.
y ya en la noche,
no podré olvidarme yo
que me he dejado un beso en los labios;
pero sus ojos no están.

decimoctavo

Mis ojos no están…
el estruendo ha sido espantoso.
Me ha parecido escuchar
que el dicho fantasma se alejaba despacio
sobrevolando la ciudad.

decimonoveno

Posiblemente la pistola
yace ahora enterrada bajo mi peso.
Posiblemente los pájaros
recuperen mis ojos.
Posiblemente el tragaluz
que las hojas de un árbol forma,
me descubra mañana.
Posiblemente esas hojas
me cubran un poco esta noche…

vigésimo

Unos pasos se acercan,
creo que es la muerte.
No, ella jamás se retrasa;
un niño me examina los bolsillos
y descubre bajo mi pecho
la pistola;
y la coge con fuerza y se aleja;
y la historia quizá se repita
aunque preferiría que no.

JESM  2001

Jorge Eduardo Segura Marfil «Jesm»