La mañana duerme tranquila
porque sabe despertar
con los pinceles del alba.

Sonidos, ajetreo…

La mañana corre insaciable
devorando toda calma,
estudia, trabaja,
sin pensar nunca en descanso,
pero cuando llega de amor
con velo de luces filtradas entre nubes
y lluvia de pétalos sedientos,
¡ay mañana!, ¿a dónde vas?,
cenicienta a mediodía.

La mañana se cobija satisfecha
confiada en su despertar
de nueva aurora: esperanza.

Ciudad de La Habana, Cuba

Jorge Bousoño

a Eusebio Leal Spengler

A esta fiesta de natura extrapolada
llegan Obispo y Baratillo,
los Oficios y la tímida Enna,
O´Reilly y Tacón
           —noprecisamente de la ardiente flamenca—.

Alfombras tejidas en piedra,
rejas y vitrales que pierden sus catedrales
                     después de danzar por siglos
                     en nostalgias, alegrías y sosiego,
estrellas colgadas de cada cielo,
paraísos saludando tu cortejo principal.

Contigo el descubridor y sus Capitanes Generales,
el Segundo Cabo y Santa Isabel,
el templete y su venerada ceiba,
la altanera Giraldilla coronando la Real Fuerza,
y si te sorprende el suspiro
de un buque en pos del descanso
allá, a lo lejos, nuestro padre redentor
vela sus mandamientos.

¡Vaya brindis con quietud, brisa,
y trinos de lenguas y trópico
abrazándome al instante
en mi nube de mármol!

Ciudad de La Habana, Cuba

Jorge Bousoño